viernes, 26 de julio de 2013

"Ángelos Capitulo II" te invito a leer mi cuento (0 puntos)



El cielo comenzaba a tornarse obscuro, la noche pronto sumergiría todo en su extenso manto; los niños comenzaban a correr hacía sus casas mientras que las madres cerraban todas las ventanas, algunos hombres ya se dirigían a sus lugares de guardia, los restantes terminaban de desollar al ciervo que habían casado, entre tanto movimiento un hombre se encontraba rígido en la puerta de la improvisada iglesia este no era otro que el cura Adonai que como de costumbre vigilaba los alrededores, debido a su privilegiado olfato podía encontrar fácilmente a cualquier criatura que estuviera cerca, gracias a esta cualidad había podido proteger a muchas de sus ovejas, fue entonces cuando percibió un olor nauseabundo y pútrido, este no le gustó nada así que decidió entrar a la iglesia y tomar su revolver Taurus que anteriormente había bendecido y bañado en plata pero justo al abrir la puerta escucho que alguien lo llamaba, al voltear se topó con una de las pocas caras que le eran gratas en la localidad se trataba de Bukowski un viejo cazador que había llegado un día de tormenta y se quedó a vivir en el pueblo de eso a la fecha habían pasado cerca de 20 años, de hecho él fue el tirador que le salvo durante el día de “las revelaciones”, tal vez por eso le caía tan bien; el cura se quitó el sombrero, le tendió la mano y le dijo:

-Hace varios que no te veía viejo ya me estabas preocupando, acaso saliste del pueblo.


-No, para nada, solo que he estado encerrado dentro de mi casa preparando balas para los guardia.


-Valla con que era eso y hablando del tema aun te queda plata.


-Pues haciéndola rendir podría alcanzar para unas 100 balas.


-Nada mal, gustas pasar por un poco de café.


-No gracias, de hecho solo estoy aquí para preguntarte algo que me ha estado preocupando.

-Claro, dime


-He escuchado que cada día el agua es más escasa en la región y que si queremos sobrevivir tenemos que emigrar.


-Dime quien te lo ha dicho.


-Son solo rumores pero la gente ya comienza a preocuparse pues tu sabes que hacer un viaje sería prácticamente un suicidio, ya que forzosamente tendríamos que atravesar las montañas y aunque partiéramos al amanecer la noche nos sorprendería antes de poder encontrar refugio.


-Lo sé, pero tenemos que hacerlo morir no es una opción a menos que quieras quedar maldito y perderte entre las sombras de la noche.


-No digas eso, hemos luchado mucho por sobrevivir desde que aparecieron los “Lamia”, el simple hecho de mencionarlos hace que cualquiera tiemble pues aún recuerdan las atrocidades de aquel día donde la tierra se volvió roja por tanta sangre derramada y aunque el proceso fue lento ellos prácticamente han tomado el control de todo el mundo, solo en algunos puntos los humanos aun ofrecen resistencia, la verdad no creo que soporten mucho pues las noches se van volviendo más largas y esto provocara que ellos se vuelvan mucho más fuertes por consiguiente nuestra extinción es cuestión de tiempo.


-Aunque así fuera no podemos dejar que nuestras almas se pierdan tan fácil, la esperanza es mínima pero aun creo que dios limpiara una vez más la tierra y obligara a los muertos a descender a su tumba.


-Espero que sea pronto, mientras tanto comenzare a hacer los preparativos para poder marcharnos y hacer que la mayoría sobrevivan, solo quiero que sepas que -aquellos que mueran serán tu responsabilidad.


-Asumiré la culpa pero estoy casi seguro que nadie replicara en una empresa como esta es natural que existan bajas, por el momento manda a Zurie a inspeccionar las rutas dile que se lleve a un par de hombres.


-Por supuesto.


-Bueno tengo que dejarte Bukowski, ahí algo que me preocupa y debo resolverlo, solo te pido que estés atento esta noche será larga.


-Entonces no me equivoque el ambiente apesta sangre a coagulada ¿no?

-Si pero tu mantente a raya hasta que veas problemas.


Adonai se apresuró a entrar en la iglesia pues sabía muy bien que le quedaban escasos 30 minutos para organizar la defensiva contra la monstruosidad que acechaba en las sombras, mientras tanto Bukowski encendió un cigarrillo y se alejó con una sonrisa llena de sorna como si la situación le provocara gracia pero a pesar de su rostro estaba relajado sus manos estaban listas para desmontar la escopeta de su espalda y jalar el gatillo en cuestión de segundos.







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