El miércoles a la noche muchos se fueron a dormir con esa frase retumbando en la mente y con el corazón arrugado. La autora es María Vázquez (@kireinatatemono), una joven arquitecta (su nombre de usuario significa "edificio lindo" en japonés), esposa y mamá de un nene de tres años, a la que hace siete meses le diagnosticaron un cáncer de ovarios con metástasis. Desde entonces, decidió contar todo por Twitter: los dolores del cuerpo y los otros, siempre echando mano al humor y a la ironía. Esta semana su cuadro empeoró: “Las cosas tomaron un rumbo hacia lo peor y no hay mucho más qué hacer salvo esperar. Cuestión de días.”

Con una sonrisa, el puño apretado, con bronca es mi final.


una mujer


Las respuestas y retuits caen en cataratas. Lo que viene generando es una prueba de que el amor puede viajar a través de las pantallas. No hace falta conocer a alguien para desear unirse a ella en un abrazo que poco tiene de virtual. “Ojalá todo el amor virtual de todos los que te pensamos en este tiempo hubiera ayudado”, le dijo alguien. Ella respondió: “De alguna manera ayudó, no creas”. Agradecida por el afecto de propios y extraños, ácida, dispara:


con mucho


“El show de Kimmy Oh”, así decidió María bautizar a la experiencia catártica que desanduvo en la red social de los 140 caracteres tras la operación que en septiembre del año pasado se llevó su útero, ovarios “y varias masas a analizar”, tal como contó en una nota escrita en primera persona para La Agenda hace un mes y medio.


huevo


“En el sanatorio no tenía wifi, prendí el 3g un par de veces para mandar mails a mis amigas y nada más. Cuando volví a casa ya habían pasado cinco días de la operación y le di varias vueltas al asunto de contar o no contar. Me decidí por contar. Tener cáncer es como tener gripe: nada vergonzoso, sólo mil veces peor. No contar es ponerse del lado de los que titulan 'una larga y penosa enfermedad'. Sentir vergüenza, ¿de qué? Salvo que creas en 'las piruetas culpabilizadoras que achacan a los enfermos responsabilidad por su enfermedad' (eso dijo Susan Sontag, ojalá fuera mía la frase)”. Así explicó la decisión de hacer pública su vida a partir del cáncer.


ejemplo


Sus tuits hablan de vómitos, náuseas, morfina. Pero también de su hijo (“una especie de tuitstar sin tuiter”) y de su marido, aunque siente que no cuenta bien “el trato a cuerpo de reina” que le dispensa (“No sé si alguna vez en mi vida presencié acto de amor semejante”), de lo bien que la atienden en el Sanatorio de la Providencia, de los días en que se siente mejor y sale a caminar 15 cuadras, en los que cocina o pasa un buen rato con su “pibe”. Y le dedica espacio a los cambios de looks forzados por la enfermedad: “Porque, pese a que se me cayeron las pestañas, qué cosa horrorosa, a que no tengo más culo, a que perdí 12 kilos y tengo menos tonicidad muscular que Jabba The Hut, yo me quiero sentir (y me siento) linda, así rapada y esquelética. La vanidad no se la lleva el cáncer. O yo no soy tan noble”.


Con una sonrisa, el puño apretado, con bronca es mi final.


Reconoce que hay dolores de los que no tiene escapatoria, pero dice que para los otros tiene el humor. De esos habla en Twitter y “su público” le responde con afecto y a veces chistes más negros que los suyos. Algunos le piden que tenga fe o le sugieren que pruebe nuevas "alternativas terapeúticas". Atea, agradece las plegarias, pero afirma que no cree "en el alma ni en la eternidad". Tampoco en la efectividad de los gorgojos, ni la biodescodificación, los poderes curativos del limón, etc, etc. Otros seguidores le envían regalos, como una fuente de vitel toné o el cuaderno en el que le escribe a su hijo “para que me pueda conocer si las cosas salen mal”.


una mujer


Una usuaria “huérfana del cáncer” le aconsejó que, si las cosas salen mal, su hijo nunca sienta que su nombre es tabú. “Si estás mencionada con naturalidad nunca se pierde esa conexión, esa protección . Yo me aferro a pensar que nos reencontramos. Yo por lo pronto le voy a pedir a papá que te reciba con cariño”.


Si las cosas salen mal (dice que no queda mucho más por hacer) , María quiere estar “en alguito” de ese bebé que una de sus amigas anida en su vientre. Otra amiga misionera le promete que vivirá 200 años más en la tierra colorada, en un árbol que eligió plantar pensando en ella.


Y es que de eso se trata, de tender puentes, de plantar semillas y echar raíces, para que cuando el día llegue, más tarde o más temprano, uno pueda enfrentar a la muerte echándole una mirada burlona, para que se entere de que ella sólo puede ganarle al cuerpo. Afortunadamente, acá dejamos mucho más que eso.


Nadie está a la altura de comentar sobre esto. Por eso no se puede.