Diego Ramírez, la mente brillante de la Selección mexicana

El auxiliar técnico se convirtió en una pieza fundamental del cuerpo técnico de Miguel Herrera.


Hay personas que son tan amantes del fútbol que no importa si están adentro o afuera de la cancha, su única intención es estar presentes. Diego Ramírez Deschamps es uno de esos particulares casos en los que el amor por este deporte fue tan fuerte y su instinto tan grande que prefirió dejar su carrera como jugador para dedicarse a la dirección técnica, rol en el que creía que podía entregar más cosas.


Nació el 4 de octubre de 1981 en la Ciudad de México. Desde pequeño estuvo involucrado con el fútbol. "Nació con un balón bajo el brazo", contó alguna vez su papá, Jesús.


A los 19 años hizo su debut con Atlante. Fue en el 2007 cuando aquella carrera que empezaba a tomar camino, estaba por terminar. Una lesión en el tobillo, siendo jugador de Monterrey (donde estaba a préstamo) provocó que decidiera dejar de estar adentro de las canchas, tras nueve años como jugador en los que acumuló 109 juegos disputados, 6.689 minutos y tres goles.


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Pero el sueño no terminó ahí. Ramírez Deschamps optó por prepararse como director técnico . No era para menos. Su padre, Chucho, tenía una vasta experiencia en este ámbito; incluso, ya había saboreado las mieles del triunfo mundial, cuando fue campeón mundial con la Selección Sub 17 de México, en 2005.


Diego estudió, trabajo y se preparó. Nunca desistió de su camino, qu lo iba a encontrar con un viejo amigo: Miguel Herrera. El actual entrenador del Tri confió en su talento y lo incorporó a su cuerpo técnico en Atlante, en 2010. Desde entonces, son inseparables.


En el Clausura 2012, Herrera fue contratado por América. Con él se fue todo el cuerpo técnico, en el que aún se encontraba Diego. Juntos fueron campeones del fútbol mexicano y disputaron dos finales. Ramírez se caracterizó por ser el hombre sereno, el encargado de pensar y dar a conocer el sistema táctico del equipo, quien daba calma a los temperamentales del cuerpo técnico, como el propio jefe de grupo -Herrera- y Santiago Baños. El equilibrio perfecto.


En el 2014, llegó la gran oportunidad. Herrera, de nuevo con todo su cuerpo técnico, emprendió un camino diferente: la Selección de México. Entonces, Ramírez tomó un peso mucho mayor: se convirtió en el encargado de seguir a jugadores alrededor del país, de estudiar de cerca a los rivales, de crear las estrategias tácticas para lograr los objetivos trazados.


Hoy, es, en el papel, el "segundo auxiliar" de Miguel Herrera pero, en términos reales, Ramírez Deschamps se convirtió en el pilar de la Selección. Es el sereno, el amigo y el directivo. El que pone inteligencia, técnica, táctica y hasta buen humor en el corazón de México.