lunes, 24 de junio de 2013

Grandes transatlanticos de la Belle Epoque (0 puntos)

ANDREA DORIA. Este transatlántico llega a Nueva York en 1953, y es el primer buque italiano en alcanzar este puerto luego de veinte años.


Así eran los camarotes de personal del Normandie, uno de los transatlánticos más elegantes de su época.



BAÑOS POMPEYANOS. El famoso transatlántico Imperator recreó en sus baños repletos de mármol, los decorados del Automobile Club de Londres.



BRISBANE, AUSTRALIA. El Prinz Sigismund llega a este puerto, y una familia de inmigrantes alemanes posa ante las cámaras.



CAMBIO TOTAL. El transatlántico Europa fue completamente redecorado por los más famosos expertos decoradores franceses. Era 1950, y el barco navegaba ahora con el nombre de Liberté.



CENA DEL CAPITÁN. Una vista clásica la comida de gala que organizaba el capitán de cada barco. En este caso, es el Île-de-France en 1932.



CHERBURGO. Un estreno que cambió la vida de los barcos y de los cargadores se estrena la cinta transportadora en este puerto, en 1933.



DALÍ Y GALA LLEGAN A NUEVA YORK. El artista español y su musa miran posan en la cubierta del Normandie, antes de arribar. Es diciembre de 1936.



De izquierda a derecha, y de arriba a abajo, se ven el St. Paul, Île-de-France, Mongolia, St. Nazaire, Tonkin, 2 naves no identificadas de las navieras Hamburg-American y Compagnie des Messageries Maritimes, y La Provence.



EL DIARIO. Un par de jóvenes pasajeros lee L’Atlantique, el diario editado en los barcos de la francesa Compagnie Générale Transatlantique.



EL MOTOR DEL ÎLE-DE-FRANCE. Éstas eran las dimensiones de la sala de máquinas del enorme crucero de la CGT, Compagnie Générale Transatlantique.



En la foto publicitaria, un grupo de azafatas del Oriana, de la línea de transatlánticos P&O, presenta la nueva línea de uniformes. Era 1967, y los trajes llevaban la firma de un famoso modisto inglés.



Este baúl de sombreros de Louis Vuitton es de comienzos del siglo 20, antes de que la famosa marca incorporara las telas que llevan la típica LV.



Este corte transversal del Giulio Cesare muestra las diferentes niveles (incluyendo los sociales) en que se dividían estos barcos.



IMPRENTAS PROPIAS. Cada barco tenía sus propios equipos para producir periódicos, como este ejemplar de L’Atlantique, o la colorida lista de pasajeros de La Bretagne.



JAYNE MANSFIELD Y TONY RANDALL. Los actores saludan desde la cubierta, imitando una escena de la película Una mujer de cuidado, de 1957.



LA DAMA Y SU DONCELLA. El tocador de un camarote de Primera Clase en el Île-de-France.



LA FIESTA INTERMINABLE. Muchos barcos incorporaban espectáculos, algunos muy profesionales y otros organizados por los propios pasajeros, para hacerlos olvidar que estaban en el mar.



LA TIERRA PROMETIDA. En esta foto de los años treinta, un grupo de inmigrantes alemanes se suben donde pueden para ver su destino final Estados Unidos.



MILES DE BOTELLAS. El Normandie llevaba en cada travesía 24 mil litros de vino, 7 mil botellas de vino añejo y champaña, y 2.600 de distintos tipos de licor.



PALACIO FLOTANTE. Uno de los grandes salones del crucero Conte di Savoia intentaba reproducir la decoración de un antiguo palacio romano. Hacia 1932, este espacio incorporaba hasta las columnas.



PRIMERA CLASE. En el Normandie, un camarero sirve una de las botellas de vino que se almacenan a bordo.



RUMBO A NUEVA YORK. En 1912, el transatlántico France deja el puerto de El Havre, despedido por miles de parientes, amigos y simples curiosos.



SERVICIO AL CUARTO. Un camarero lleva el pedido a uno de los camarotes del France, en 1962. El estilo modernista de la decoración de este transatlántico era objetivo de frecuentes críticas.



SIN FRÍO. A falta de sistemas de refrigeración, los barcos debían llevar un generoso cargamento de hielo para conservar alimentos.



Sólo hacia 1880, los transatlánticos incorporaron eficientes sistemas de refrigeración eléctricos. Y eso permitió cargar carnes sin riesgos, como hace aquí el Liberté.



TAMBIÉN EN ORIENTE. Los transatlánticos llevaban este nombre porque el viaje más apetecido y famoso era el cruce del Atlántico, Aquí el Khai Din, en 1940-1941.



TERMINAL DE BERTH. El nuevo terminal de Southampton, hacia 1956.



TRAJE DE BOTONES. El rojo intenso en el uniforme de los camareros o “grumetes de servicio” de la Compagnie Générale Transatlantique.



ULTRA LUJO. Una elegante escena en el muy barroco salón de bailes del buque Saturnia, en 1927, uno de los últimos reductos del estilo frente al modernismo que se imponía en los cruceros.



UNIFORME DE DIARIO. Con este traje de dril se vestían los empleados de CGT, mientras trabajaban en las zonas de los barcos que no estaban a la vista de los pasajeros.








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