domingo, 29 de diciembre de 2013

El pueblo que Almafuerte oculta bajo el lago (0 puntos)

Sucedió tras la construcción del dique Piedras Moras. El lugares un atractivo para buzos de todo el país. Un riotercerense relevó esas ruinas durante casi dos años.

El pueblo que Almafuerte oculta bajo el lago


cauce


Piedras


Almafuerte. Con la magia de su pasión, un buzo riotercerense relevó durante casi dos años cada una de las ruinas del paraje El Salto, que quedó bajo el agua al construirse la obra hidroeléctrica del dique Piedras Moras, en 1979, sobre el cauce del río Ctalamochita.


Justamente ese poblado tiene que ver con los orígenes de Almafuerte, ubicada a la vera de la ruta nacional 36. Es que allí vivió Pedro C. Molina, el fundador de esa ciudad del departamento Tercero Arriba.


La aventura de indagar buceando hasta llegar a formar una investigación propia es de Diego Carinci, cuando todavía se desempeñaba como bombero voluntario de Río Tercero. Hoy ocupa un cargo en el área municipal de Defensa Civil.


Si bien aquellas ruinas –del caserío que quedó bajo el agua en 1979– constituyen un atractivo para buzos de distintas partes del país, el aditivo de Carinci es que es uno de los pocos que pudo llegar a esas profundidades cuando era bombero.


Es que en ese lago no se puede ingresar con embarcaciones a motor, a excepción de los bomberos, que en el último tiempo encararon más de una docena de búsquedas de personas en ese lugar. “Empecé con un pequeño mapa y un croquis antiguo”, cuenta sobre sus primeras herramientas, con las que se subió a una lancha prestada e inició la búsqueda.


“Después hablé con gente que había vivido en esas casas que encontré en el agua; eso fue lo que más me ayudó”, destaca, al mismo tiempo que recuerda la nostalgia que embargó a cada persona consultada, al rememorar anécdotas de su infancia.


De a poco, cada fin de semana Carinci empezó a buscar lo que los relatos de los lugareños y memoriosos le apuntaron.


Con sencillez, recuerda haber encontrado evidencias de los cascos de las primeras estancias de la zona, de la Iglesia San José, del cementerio y de puentes.


Mientras toma con una mano el gráfico que diseñó con datos de lo que fue relevando durante dos años, en la otra los compara con fotos antiguas que le facilitaron los lugareños.


Sumergido en la historia. “Con una brújula y un sonar” (elementos que aportan señales a los buzos) me llevó dos meses encontrar algo de las paredes de piedra y las columnas de la iglesia, que están a cinco metros de profundidad y a 150 metros de la costa”, dice Diego.


Su segunda gran conquista fue encontrar “a unos 300 metros de la iglesia, el Puente Blanco intacto”. Es de cemento, de unos 25 metros de largo por unos seis metros de ancho.


A poca distancia “se ven restos de casas, y pozos de agua bien formados”.


Acompañado con los datos de los lugareños encontró la vieja “Casa del Correo, a unos 14 metros de profundidad, cerca del cauce del río”.


Reconoce que en ese lago “con poca visibilidad, en el que pasando los 10 ó 12 metros hay que usar linternas de buceo”, también pudo recorrer “las columnas del puente de hierro, de unos 12 metros de alto”.


Cruzando el puente –relata– está el Boliche de Pinoto, a orillas de la barranca, en el que aún se ve la pista de baile de cemento del lugar que era paraje obligado de aquellos años.


En unos de sus viajes de buceo observó “el lugar donde funcionó el matadero, en que faenaban a los animales, que está a 200 metros de la costa”.


El enigma del cementerio. Uno de los lugares enigmáticos que quedó bajo el agua fue el cementerio, que alentó la imaginación de numerosas fábulas: “Está a una profundidad de 10 metros y a 100 metros de la costa. Se ven restos de tumbas. Ahí vi una cruz grande, la saqué, la restauré y la tiré en el mismo lugar. Hoy muchos buzos de distintas partes del país la encuentran”


Recuerda que quedó impactado con los restos de “construcciones de lo que fueron las estancias, La Ventura, La Pirincha, rodeadas de muchos árboles. Las paredes se ven bien marrones. Y una tenía una gran pileta de natación”.


La usina hidroeléctrica de La Cascada también se sumó a la grilla de los hallazgos: “Adentro es un laberinto, se encuentran muchos peces”.


Dice que disfrutó “cada hallazgo”, en una aventura “a pulmón” que lo sumergió en la historia.


Viejos pobladores


Carinci habló con gente que había vivido en esas casas, que lo ayudaron a reconstruir la historia del lugar. Y comparó lo que veía bajo el agua con las viejas imágenes del lugar.







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