El laconismo del gaucho, que consistía en decir mucho valiéndose de poco, recuerda la mejor época espartana cuando Licurgo educaba a la juventud en el lenguaje conciso y breve que encerrase mucho significado, porque el inmoderado hablar hace la dicción necia y vacía.
El empleo del verso es también prueba de ingenio, pues nada es tan difícil como encerrar en dos líneas, a veces principios de honda sabiduría.
Nadie me puede quitar
Aquello que “el ser” me dio:
Lo que al mundo traje yo
Del mundo lo he de llevar.
Está hablando de “su esencia” lo único verdadero que se tiene, lo único propio, todo lo demás es pasto seco.
Soy gaucho, y entiéndalo
Como mi lengua lo explica:
Para mí la tierra es chica
Y pudiera ser mayor;
Ni la víbora me pica
Ni quema mi frente el sol.
Conoce muy bien “el principio de escala”, el gaucho vive en una dimensión superior, “el mundo de la esencia”, donde se deja de estar dormido y comienza verse la realidad de las cosas, la tierra chica y todo lo que ocurre en ella, no le afecta, porque es una ilusión, un sueño y su único trabajo
es despertar, no desea seguir el camino del ego, sino que se siente feliz de estar inmerso en la amorosa voluntad de su ser.
Se ha equivocado en absoluto el sentido del término cuando se ha dicho que el gaucho era pesimista porque su concepto de la vida le hace apreciar a ésta en su verdadera esencia.
El no ignora que hay en la existencia de las razas y los pueblos, un destino de sufrimiento que confiere a esos pueblos y a esas razas una innegable superioridad. Hombre o pueblo sin sufrimiento es sin vida, sin vida espiritual que es hecha a base del dolor y de lucha, cuyo dolor y lucha surge la alegría de sentir, de crear, de ser.
El gaucho, si no esperara, no hablaría de sus pesares, habla, y es para luchar. Cantar, quiere decir, en su caso, “luchar”, payar es orar y orar es “trabajar consciente”.
Sabe que han de oírlo, sabe que alguien recogerá su clamor, tiene fe en la palabra que es su arma de combate.
Si no fuera optimista callaría. Pero hunde en su desazón, arga su llaga, ansioso de sacarle el mal. No la cubre, la pone al sol, y sabe que se salvará. Sabe que lo escucharán. Sabe que lo realizarán, que es la única forma del amor. ¿Quién ha vencido? El gaucho se ha quedado sin tierra, sin casa, sin descanso, pero ha quedado consigo mismo: de no ser así –corporizado en su consciencia-, se habría diluido en los de afuera y ya no estaría.
Ser optimista significa confiar en sí mismo, en algo que está en nosotros, la consciencia, la libertad, nuestro ser. Verdad que sus necesidades son pocas. El gaucho se contenta con su suerte y acaso hay tanta sabiduría, que su lema es: “que todas mis acciones se orienten a la consciencia”. La vida que hace es ciertamente más noble que si trabajara como esclavo de la mañana a la noche, a fin de obtener otro alimento para su cuerpo.
Este optimismo suyo abarca el del porvenir del hombre, de cuya fuerza no ha dudado un instante, cuando dice proféticamente;
Algún día hemos de llegar
Después sabremos a donde
Se podría decir que seguía la escuela de Epicuro.
Epicuro era un hombre religioso de forma natural. La religión surgió en él y vivió una vida de las más austeras.
Vivió de la forma más sencilla en que nunca nadie haya vivido. Había abandonado todo lo que era innecesario. El gaucho ha de ser simple, porque cuanto más complejo eres, más infeliz te vuelves. Cuanto más compleja es tu vida, más sufrimiento crea. Los gauchos son sencillos, no porque están buscando a Dios, son sencillos porque ser sencillo es ser feliz. En esa austeridad, la religión surge de forma natural. No piensas en Dios, no hay necesidad de hacerlo. “La vida es Dios”. La vida es más vida si eres más sensible y a través de la sensibilidad, la consciencia crece. Un rico es menos sensible que un pobre porque su esfuerzo por acumular riquezas le hace volverse insensible.
Un rico ha de ser insensible; si no, no puede ser rico. Si no ¿cómo va a ser capaz de explotar a los demás? Sería imposible. Una vida austera no es un cultivar la pobreza, recuérdalo, porque si cultivas la pobreza mediante el esfuerzo, entonces eso mismo la irá matando.
Una vida sencilla es una vida de gran comprensión, sin cultivar nada. Convertirse en pobre no es una práctica.
Puedes practicar el ser pobre, poro mediante la práctica, tus sentidos se endurecerán. La práctica de cualquier cosa te endurece; pierdes flexibilidad, pierdes suavidad. Dejas de ser flexible como un niño: te vuelves rígido como un viejo.
Lao-Tse dice: “la rigidez es muerte; la fluidez es vida”.
Una vida sencilla no es una vida cultivada, ni pobre.
No conviertas la pobreza en tu meta y no trates de cultivarla.
Simplemente comprende que cuanto más sencillos y descargados se encuentren tu cuerpo y mente, podrás contactar directamente con “la realidad”.
El ego siempre trata de vivir de forma distante y la distancia te vuelve insensible. Te vuelves incapaz de acercarte a la vida; estás simulando que eres superior a la vida, más grande que la vida, mayor que la vida. Pero la vida no pierde nada con tu estupidez, solamente te estás volviendo más y más insensible. La vida necesita que estés más vivo.
Se simple y no cultives la simpleza. ¿Cómo va a ser simple una simplicidad cultivada?
La austeridad no puede ser practicada. Simplemente has de echar un vistazo a la vida y ver que cuando más complicado te vuelves, más y más te acercas a “la divinidad que eres”, y llegará un día en que serás sensible hasta las mismas raíces de tu ser, de repente dejarás de estar ahí, serás simplemente consciencia. Entonces todo es hermoso, todo está vivo, no hay nada muerto.
Al aumentar tu sensibilidad el mundo cambia, porque tú te transformas, cuando la sensibilidad alcanza su climax total, supremo, el mundo desaparece, sólo existe “el ser”. En realidad, se ha de descubrir la sensibilidad, se ha de ser sensible tan totalmente que nada quede excluido, apartado… y de repente “Dios” está ahí. Dios siempre ha estado ahí, sólo ha ocurrido que no eras sensible. Una vida sencilla, una vida de comprensión significa austeridad. No es necesario que vayas a vivir a una choza, no necesitas ir desnudo. La pobreza no te ayudará, pero la comprensión lo hará. Puedes obligarte a ser pobre, puedes obligarte a ir sucio, pero eso no te ayudará. Debido a que la sociedad se ha vuelto tan insensible, las drogas han adquirido tanta importancia. Ahora no puedes ser sensible sin drogas químicas. La realidad es lo contrario: un hombre austero es tan sensible que no necesita la ayuda de las drogas. Para “el gaucho” la pampa se transforma en un arco iris de colores, supo encontrar la belleza en todas las cosas. Trata de ver que siempre que eres sencillo las cosas resultan hermosas. Cuando te vuelves complejo, las cosas se convierten en un problema. Vive una vida sencilla como el gaucho, satisface tus necesidades, no tengas deseos absurdos. Necesitas comida, necesitas vestidos, necesitas un cobijo, necesitas alguien a quien amar, necesitas que alguien te ame, se acabó, es sencillo, pero creas millones de deseos ¿para qué deseas tantas cosas? Cuando has estado corriendo tras tus ambiciones durante toda tu vida, no es fácil detenerte. El apresuramiento se convierte en tu modo de vivir. El correr se convierte en tu ser ¿Qué es lo que va mal en el hombre?
El problema es que piensa que para disfrutar se han de cumplir primero determinadas condiciones. Ése es el problema. La mente sencilla siente que uno ha de disfrutar todo aquello que tiene a mano. El hombre austero vive momento a momento, disfrutando, no hay condiciones que satisfacer. Y cuanto más disfrutas este momento, más te vuelves capaz de disfrutar el siguiente. La capacidad aumenta, y cuanto mayor se vuelve, más y más alto asciende, es infinita. Y cuando alcances el disfrute infinito, eso es lo que es Dios.
Dios no es una persona, no es una meta. Es un modo de disfrutar la vida aquí y ahora. Dios es la actitud de sentirse dichoso sin razón alguna. Y la mente compleja es sentirte desgraciado sin ningún motivo.
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