LIBERMAN dijo una frase que todavía se recuerda: "El fútbol es un deporte en el que juegan 22 y siempre gana Alemania". A finales de los años 80, esa afirmación parecía incontrovertible ya que los equipos y la selección germana habían logrado una indiscutible supremacía en el continente.
Sin un juego brillante y con un equipo discreto pero muy disciplinado, Alemania ganó su tercer Mundial en Italia al vencer en la final a la Argentina de Maradona, dirigida por Bilardo, famoso por sus tretas y por su afición al juego duro.
Fue Bilardo quien ideó sacar bidones de agua contaminada en el partido contra Brasil. Los jugadores argentinos lo sabían e ingerían de otros recipientes distintos. El defensa carioca Branco bebió y quedó aturdido hasta el final del encuentro. El propio Maradona reconocería años después lo sucedido.
Pero a pesar de los métodos de Bilardo, Argentina perdió la final tras un penalti marcado por Brehme en los últimos minutos. Queda para la historia el gol de Caniggia en octavos contra Brasil cuando Maradona se atrajo a la defensa y cedió el balón a su compañero para que anotara el único gol del encuentro.
Argentina eliminó por penaltis a Italia en semifinales y Alemania también se deshizo por el mismo procedimiento de la Inglaterra de Walker, Gascoigne, Platt y Lineker. Fue la última buena actuación de este equipo en un Mundial.
El máximo goleador del torneo fue Squillaci, un jugador de la Juve que comenzó como suplente, pero que se convirtió en indiscutible por su acierto goleador y su extraordinaria capacidad de lucha. También se hizo famoso en este torneo Roger Milla, el camerunés de 38 años que deslumbró por sus cualidades técnicas. Por primera vez, un equipo africano demostró que podía ganar a cualquiera de los grandes.
El líder del conjunto germano era Matthäus, que llegaría a disputar cinco mundiales, que tenía a su lado a Kohler, Brehme, Hässler, Littbarski, Voeller y Klinsmann. Todos ellos eran acreditados profesionales en sus clubes, pero ninguno podía considerarse una gran estrella. En cierto modo, como esta Alemania que jugará los octavos de final en Porto Alegre ante Argelia.
España también estuvo en Italia y se clasificó primera de su grupo tras derrotar a Bélgica, una selección gafe. Pero perdió en octavos contra la Yugoslavia de Stojkovic, Prosinecki, luego fichado por el Madrid, y Vujovic. Míchel, que cuajó una buena actuación en Italia, se abrió en la barrera y facilitó el gol de falta decisivo de los balcánicos. Fue un fracaso que se atribuyó a La quinta del Buitre, que entonces comenzaba ya su declive. Butragueño estuvo muy poco afortunado y recibió duras críticas.
El de Italia fue un campeonato poco espectacular, muy igualado y probablemente el más abierto de la historia. No ha quedado en la memoria de los buenos aficionados al fútbol a diferencia del siguiente en EEUU, en el que las cosas iban a transcurrir de muy diferente manera.
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