Está a 8 puntos de la zona roja, 3 más de los que estaba la fecha anterior
En el debut de Clarence Seedorf como técnico, el Rossonero ganó gracias a un gol de Mario Balotelli de penal sobre el final del partido.
Por primera vez en un largo tiempo, en el Giuseppe Meazza los hinchas de Milan esperaban con ansias la aparición del técnico en el césped del estadio. Claro, antes lo aguardaban para reprocharle el pésimo rendimiento del equipo y este domingo para darle la bienvenida a Clarence Seedorf, ese talentoso holandés que sacrificó la buena vida en Río de Janeiro y dejó los botines en Botafogo para llegar al norte de Italia y ponerse el traje y los zapatos.
Por más elegancia que tenga él, sus jugadores y los glamorosos tifosi en Milano, la estética debe quedar a un lado y es hora de rasparse las rodillas. Porque cuando un equipo no logra jugar bien, lo que no se puede negociar es la actitud, y el problema es que las estrellas no están acostumbradas a los malos momentos. Allí es donde deberá trabajar Seedorf, cuyo equipo tuvo una actuación discreta en el primer compromiso, ante Hellas Verona. En el primer tiempo, como producto de una inyección de ánimo, se vio a un Milan más ágil y con mayor aspiración ofensiva, pero mientras los segundos iban pasando y Seedorf iba sintiendo lo que es estar del otro lado de la línea de cal, el entusiasmo de sus jugadores se fue desvaneciendo.
Un tiro de Robinho que tras un rebote pegó en el palo descongeló el arco de Verona, pero para el frío crudo del Giuseppe Meazza, Milan fue demasiado tibio, muy predecible, poco fogoso. Como a todo equipo grande, al local se le complicó penetrar el entramado tejido defensivo que le planteó su rival, y hasta por momentos la pasó mal cuando Iturbe aceleró en algunos contraataques que finalmente se diluyeron.
En los partidos cerrados, las estrellas fastidiosas pueden influir en que un equipo no pueda destrabar el cerrojo del rival o pueden abrirlo ellos mismos con una individualidad. En este caso, Kaká rompió la defensa de Verona y Rômulo cometió el gravísimo error de tirarse en busca de la pelota, pero el brasileño la punteó e inmediatamente se cayó al piso. Por suerte para Seedorf, el polémico Balotelli definió con determinación y el primer capítulo del holandés al mando del Rossonero tuvo un final feliz.
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