A raíz de los últimos testimonios, la conferencia de prensa junto a su abogado y las declaraciones de José Iglesias, surgen muchas dudas sin responder en torno al hombre que le entregó el arma al fiscal Nisman, con la que habría perdido la vida.
El miércoles, el experto en informática y asistente de Alberto Nisman, Diego Lagomarsino, brindó una conferencia de prensa junto a su abogado, Maximiliano Rusconi, que dejó muchísimos interrogantes sin responder.
En este sentido, el programa 678 realizó un completo informe sobre los últimos reveladores testimonios, las afirmaciones de Lagomarsino, y las contradicciones en sus dichos, y las recientes declaraciones de José Iglesias, abogado y padre de una víctima de Cromañón.
El 20 de enero, desde TN pedían por la declaración del asistente de Nisman, mientas aseguraban que es “una persona que trabaja en la SIDE, y que estaba asignado a la fiscalía especial de investigación de la AMIA”.
Sin embargo, su defensor aseguró que Lagomarsino trabajaba “mucho en los protocolos de seguridad informática”, mientras que el diputado provincial de Nuevo Encuentro, Marcelo Sain, consideró: “Es inaudito pensar que la persona que hacía apoyo y soporte técnico informático de este grupo, era un freelance, que nada tenía que ver con el mismo”.
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Por otro lado, Rusconi dijo que su cliente no conocía a Stiusso, mientras que en una nota del diario Página 12, con testimonio brindado por Lagomarsino, sostuvo que un día antes de aparecer sin vida, el fiscal le contó que Stiusso le había alertado que estaban amenazas sus hijas.
Cuando en la rueda de prensa le consultaron al abogado sobre este tema, el defensor eludió la pregunta, y en la misma sintonía, pero en diálogo con A24, aseguró que su cliente y el fiscal nunca hablaron de Stiusso.
Mientras tanto, el abogado y padre de una víctima de Cromañón, José Iglesias, brindó un nuevo testimonio acerca de cómo Lagomarsino apareció en su vida en el 2005, y contó: “Me dijo que era fotógrafo, que quería fotografiar a los familiares para documentar la lucha para una exposición”.
“Sacó fotos, y se me pegó como una estampilla, venía al estudio y participaba de las reuniones sacando fotos”, continuó Iglesias, y agregó: “Hasta que me dijo que quería fotografiar el cuarto de mi hijo, le mostré las cosas, sacó fotos, y luego se retiró, y mi pareja, que es fotógrafa, me dijo que con la luz que había en el cuarto, necesitaba flash y no tenía”.
De esta forma, el abogado reconoció que se dio cuenta que había algo extraño en Lagomarsino, al que se volvió a cruzar tiempo más tarde. “A los días siguientes, el tipo desapareció, hasta que seis o siete meses después, lo veo en la calle Lavalle; él me vio, cruzó, y se fue corriendo”, precisó.
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