A Guille (vamos a llamarlo así) lo conozco de las fiestas caraqueñas más sabrosas. Él tiene atrofia muscular espinal tipo 2: un problema neurológico-genético. Esta condición hace que no pueda movilizarse por sí solo. Necesita asistencia constante y su silla de ruedas. Aun así lo que recuerdo de él no es la silla sino su sonrisa en los guateques de la ciudad. Mientras un gentío anda con cara de culete con un ron en la mano a las tres de la mañana, a Guille te lo puedes encontrar en una esquina hablando con todo el mundo de lo más relajado. Contento.
Me escribe hace poco: “Samy, creo que es mi deber mandarte este material. Voy a participar en una porno con mi novia y quiero que te enteres de dónde viene la cosa”. Abro un montón de ventanas en mi compu y lo que veo es un universo al que nunca había volteado a ver. Y simplemente me tiene el coco alborotado desde hace un tiempo.
Guille y su novia Vero (vamos a llamarla así) se conocen desde hace veinte años. Vero tiene diplejía espástica causada por negligencia médica al nacer. También necesita asistencia y su silla de ruedas para movilizarse. Guille tiene 30 años y Vero 27. Como ya dije, él tiene una sonrisa increíble, es un chico brillante y súper pana. Ella parece una muñeca de porcelana. Tiene el cabello rubio que le cae por la espalda, una piel perfecta y una de las miradas más dulces que he visto en mucho tiempo. Por supuesto que se la pasan cayéndose a besos todo el día. Son hermosos.
"El término con el que me identifico es ‘diversidad funcional’", me dice Guillermo. “La palabra discapacidad señala la falta de algo. Y creo que no nos falta nada. Vero y yo no nos sentimos enfermos. Simplemente hemos tenido que adaptarnos y vivir con ciertas condiciones distintas. Nos creamos un cableado diferente. Y esa es una de las cosas que más nos ha unido. No somos un gueto. Simplemente nos tocó”.
Vero lo mira con dulzura y toca su cabello. Apenas se está despojando de su vergüenza y sube la mirada: “Nos conocimos cuando tenía siete años. Ya tengo veintisiete. Fue en nuestro centro de rehabilitación. Siempre hubo un chispazo aunque no sabía qué pasaba. Podemos decir que a mis 16 empezó todo. Es mi primera pareja. A pesar de tener una familia que está muy pendiente de mí entienden que deben respetar mi intimidad. Mis tiempos con él son momentos de liberación. Es ser feliz”.
Se besan.
Lo que más les cuesta es el coito. Por eso decidieron descubrir una parte distinta de su sexualidad y solicitar asistencia médica. No se trata sólo de órganos sexuales –aunque la metodología pornográfica repita una y mil veces que sí-. Se trata de usar todo el cuerpo para sentir y llegar, cómodamente, al orgasmo. Posporno puro, pues.
“Nos quitamos el chip de la cabeza”, me dice el Guille ya mucho más suelto y sonriente. “El sexo debe ser más que penetración. Por ejemplo: mi parte femenina está muy desarrollada. Me gusta el previo, lo calmado. Igualmente mi parte masculina está presente. Pero ¿el que no pueda ‘darle duro’ quiere decir que no pueda llevar a una mujer a un intenso placer? Aunque amo el porno eso me cuestionaba mucho. Nos definimos por lo que no tenemos”.
A esta altura entiendo que esta es una de las conversas más interesantes que he tenido en el marco de mi investigación sobre el cuerpo y sus enrolles. Definitivamente muchos de nosotros nos nombramos a partir de lo que nos falta: no soy bella porque me faltan pestañas. No soy inteligente porque estoy demasiado buena. No soy un hombre porque no puedo penetrar a una mujer.
Mentira pura y ruda.
Guille complementa sus experiencias personales en un taller que realizó en Argentina dictado por la sexóloga clínica María Elena Villa Abrille y la profesora Silvina Peirano. La asistencia sexual no existe en el sur ni acá en Venezuela. En Europa la figura tampoco está definida totalmente. Es un debate nuevo y en crecimiento. Así que ser autodidacta es el camino. En el taller la diversidad sexual es vista a través de la cultura visual, la historia y la filosofía. De esta manera se abren las posibilidades de entendimiento y acercamiento a las condiciones de sus cuerpos. La normatividad corporal se desmorona y con ella se caen todas las barreras que el porno ha instalado en la cabeza de todos nosotros. A Vero le gusta el sexo anal, tragar semen y se siente un poco más liberada del dolor cuando llega al orgasmo. El sexo se ha convertido para ellos en una manera de entenderse. Es acción y movimiento.
Ellos quieren mostrar su intimidad en un documental que también le volará la cabeza a más de uno: Yes, We Fuck!
Todo cuerpo es deseable y todo cuerpo desea. A veces nos olvidamos de que tenemos cinco sentidos y que podemos sacar provecho de ellos. Pero hay un par de catalanes que sí lo tiene bien claro.
Antonio Centeno es matemático y activista en el FVID (El Foro de Vida Independiente y Divertad). Sufrió un accidente a los 13 años que le causó una lesión medular que le produce tetraplejia. “Justo cuando comienza la adolescencia. Por eso desde el comienzo este tema ha sido fundamental para mí”. Raúl de la Morena es documentalista y ve a los lados. Observa. Investiga. Ve a los pequeños grupos.
Hacen buen combo.
Este proyecto nace a partir de un artículo escrito por Antonio en enero de 2013: Sexualidad y diversidad funcional (yes, we fuck). El orgasmo como derecho podría ser una de sus banderas. La visibilización del placer diverso. Antonio se ha dado cuenta de que el tabú del cuerpo sigue pesando. “Tenemos dificultades para mostrar material en Youtube o Vimeo, por ejemplo. Lo positivo es que la gente ha conectado muy fácil. El reconocimiento desde la sexualidad –que nos hace humanos– es increíble. Estamos eliminando conceptos discriminatorios que tienen que ver con prostitución, homosexualidad, belleza, fealdad”.
Por otro lado, Raúl conoce su ojo y con él multiplicará la imagen del cuerpo distinto, del que no se habla. “Este tipo de trabajos es necesario porque no tenemos ningún tipo de imaginario visual de personas con diversidad funcional. No queremos que llegue a un grupo pequeño. Esperamos que llegue a todos”.
El documental consta de siete historias personales que serán narradas de la manera más íntima posible. Nuestro amigo Guille, afortunadamente, podrá mostrar su porno desde la caótica Caracas.
Este proyecto tendrá fin una vez que salga al aire. Pero será el punto de partida de una plataforma de información infinita. Además todo el material será de libre acceso.
Estas conversaciones me han hecho pensar en mi propia sexualidad. He recordado las relaciones que he querido profundizar o extender y por orgullo, vergüenza o aburrimiento no las he trabajado. Veo a una pareja que disfruta darse nalgadas, tragar semen, darse sexo anal desde una silla de ruedas para convertirse en estrellas porno –por un rato– y no hago más que admirarlos. El “no puedo” no está en el panorama. Definitivamente este material visual nos acercará mucho más a nuestro pervertido interno. Y bienvenido sea.
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