“A partir del lunes sale un morocho y entra un rubio, es la única diferencia.” Así definió Guillermo Moreno, en su despedida, el cambio de gestión en la Secretaría de Comercio Interior, que ahora asume Augusto Costa. Fue el cierre de una jornada emotiva para toda la militancia morenista que cortó Diagonal Sur, desbordó el salón de actos del edificio y mimó al ex secretario, en un encuentro donde también hubo políticos, trabajadores, empresarios y comerciantes. Moreno le tiró buena onda al equipo de Costa y llamó a “defender lo conquistado”.
Además de despedida, también fue una especie de bienvenida. Ayer Moreno estuvo reunido unos cuarenta minutos con Costa y Paula Español, mientras que Pablo Cerioli, subsecretario de Comercio Interior, recibió a las segundas líneas del equipo entrante. “El compañero Costa me vino a agradecer la predisposición del equipo que se va para el que viene, porque desde hace tres días estamos pasando toda la información. Me pidió incluso que le dejara a mi secretaria, pero es otra generación. Le vamos a dejar a alguno, pero a Ana no”, dijo Moreno. Ana González, ovacionada también, fue su secretaria privada a lo largo de todos estos años, una escala obligada para todo aquel que pretendía reunirse con el hombre.
Un rato antes, Moreno salía primero de su oficina, camisa arremangada y anteojos puestos. Encabezaba el grupo de los incondicionales, los colaboradores más estrechos, directivos del Indec, Luis D’Elía y empresarios cercanos, quienes le cantaban “oh, quiero un compañero, con los huevos de Moreno”. En un breve suspenso, comenzó él: “Aquí están, éstos son, los soldados de Perón”. Así fue la marcha hacia el ascensor para subir hacia el salón de actos del noveno piso de la secretaría.
El festejo fue iniciativa de su esposa, Marta Cascales. Todos juraban: Moreno no quería ningún acto. Tal vez porque representa la muestra de fuerza propia por parte de un soldado, como él se define. No por casualidad los globos decían “Moreno lealtad”. No fue el único cotillón: una enorme bandera de “Gracias, compañero Moreno”, carteles de UPCN y remeras con una foto de Moreno y Maradona, dieron color a la jornada.
Propios y ajenos a Moreno coinciden en que el desafío que le espera a Costa es muy grande. “Fueron años de entrar a las siete de la mañana e irme a las doce de la noche. Y sobran anécdotas de llamadas a empresarios a las dos de la mañana y a otros a las seis. Sacá vos la cuenta de las horas que descansaba este tipo”, comentó a este diario un ladero de Moreno, en un pasillo del segundo piso donde circulaba la militancia de UPCN, trabajadores del mercado central, dirigentes de La Salada, empresarios pyme de la Cgera, la CGE y panaderos. También pasó a saludar Fernando “Chino” Navarro, referente del Movimiento Evita y, en pleno discurso final, Andrés “El Cuervo” Larroque, líder de La Cámpora.
Moreno también dio cuenta de la complejidad de la tarea que deja al sucesor. “Cuando recién comenzábamos, recibimos por primera vez a carniceros y matarifes. Al final, a los muchachos del Mercado de Liniers, y uno cuando se va me dice: ‘¿Sabés a cuántos gobiernos nos comimos los ganaderos?’. Yo le contesté: ‘Mirá, por ahí vuelven a ganar, pero si no hacés lo que tenés que hacer, al primero que voy a ir a buscar es a vos’. Ahí es cuando uno se gradúa de economista.” “Hoy le decía a Costa que Argentina es una buena mezcla de Walmart y La Saladita, que si fuera todo La Saladita sería un quilombo, y sólo Walmart, un aburrimiento.”
Moreno hizo varias veces hincapié en que el traspaso de gestión es “ordenado, prolijo, como corresponde, de un compañero a otro”. “Somos dos soldados de la causa que entendemos la política, que sabemos cuándo hay que estar en el frente y cuándo en la retaguardia, pero siempre militando por la causa nacional y popular”, le dedicó a Costa. Contó además que el nuevo secretario va a trabajar junto al actual equipo de inspectores.
Quiso aclarar “de una vez y para siempre” que su esposa, Marta Cascales, Carlos Cancelli y Pablo Cerioli, funcionarios de la secretaría, “son los de Guardia de Hierro”. “Yo, humildemente, con todos mis defectos y mis errores, soy de la gloriosa Juventud Peronista”, dijo. Antes, advirtió que “todavía falta condenar a los responsables civiles de la dictadura”, y recordó cuando “Ricardo Peralta Ramos, dueño de La Razón, me contó antes de morir que Héctor Magnetto, CEO de Clarín, fue el responsable de todo lo de Papel Prensa. Esa es la verdad histórica, falta el veredicto judicial”.
“Todos nosotros tenemos que defender lo conquistado, porque ellos siempre están buscando volver a las viejas recetas. Mientras haya un solo pobre, el trabajo está inconcluso.
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