Según el Banco Central, la economía creció 1,4% en el primer trimestre contra 5,6% en el mismo período de 2012. También, la inflación anualizada rozó en setiembre el 50% y se teme que suba más.
Es un pronóstico problemático para el presidente Nicolás Maduro. A seis meses de asumir el cargo, las cifras difundidas ayer por el Banco Central confirman que Venezuela transita la peor crisis económica de la última década. Se trata de un escenario que provoca escozor porque combina una muy alta inflación y tasas de crecimiento que se achican en algunos sectores y se estancan en otros.
Hoy, una semana después de que el Congreso le confiriera poderes especiales para legislar por decreto durante un año, Maduro anunciará una serie de nuevas medidas para enfrentar la tormenta, ante las elecciones municipales del 8 de diciembre, consideradas su primer gran test electoral. Pero los empresarios se muestran escépticos y critican al unísono la marcha cada vez más centralizada y estatizada de la economía local.
Según los números del Banco Central, en los tres primeros meses del año el crecimiento acumulado es del 1,4% contra 5,6% en el mismo período del año anterior. Si sólo se observa el tercer trimestre, el avance es de apenas un 1,1% contra 5,5% del año pasado. La cifra terminó de echar por tierra las esperanzas del Gobierno de crecer un 6 % este año, tal como había fijado en su plan de presupuesto. Pero, al mismo tiempo, como contrapartida, se ha disparado la velocidad con la que aumentan los precios: la inflación muestra ya un salto de 49,4% entre setiembre de 2012 y setiembre de este año. Y las previsiones es que superará ampliamente el 50% a fin de año.
El escenario sombrío se produce dos semanas después de que Maduro lanzara todo el peso del Estado contra miles de comercios, a los que ordenó –bajo amenaza de prisión– reducir hasta el 70% sus precios de venta. Inicialmente, la ofensiva –legitimida por la Ley Habilitante o “superpoderes” concedidos por el Congreso– alcanzó a electrodomésticos, pero luego se extendió a ferreterías, vestimentas y otros rubros. Maduro afirma que el gobierno está bajo una “conspiración de la oligarquía capitalista” que quiere acabar con su gobierno y que ha llevado a la inflación a una tasa anualizada de 54%, la más alta del continente y una de las más elevadas del planeta. En paralelo, atribuye al empresariado la responsabilidad por la acuciante escasez de productos de consumo masivo. Venezuela importa casi todo lo que consume y para eso necesita dólares. Maduro afirma que los empresarios obtienen la divisa a tasa oficial y luego la revenden en el mercado paralelo por un valor diez veces superior.
Pero el problema es que la economía se está achicando por el cepo cambiario que rige desde hace diez años y que ahoga a la empresa privada. Citando cifras oficiales, el diario El Universal informó que, contrastando el tercer trimestre de este año con el mismo período de 2012, las importaciones privadas se desplomaron 20%, principalmente por la reducción en las compras de sustancias y productos químicos, maquinarias, equipos y ganadería.
La dependencia del petróleo es extrema. Las estadísticas demuestran que 96 de cada 100 dólares que ingresan al país provienen del barril. Pero las exportaciones petroleras retrocedieron un 7,7% con respecto a 2012, en particular por un parque productor que funciona a media máquina, por falta de inversiones de capital y porque PDVSA, la petrolera estatal, distribuye sus recursos en subdidios y en financiación de otros sectores de la economía que resta dinero a su actividad específica. Y esto ocurre pese a que el precio del crudo se ha mantenido en los últimos años por encima de los 100 dólares.
Los avisos en la prensa se multiplican.
Las pequeñas y medianas empresas ponen avisos de que venden sus inventarios cuando se acaba el stock, que debió ser vendido a precios rebajados. Ante este panorama, Ramón Aveledo, secretario de la alianza opositora Mesa de la Unidad Democrática, se preguntó ayer: “¿Nos hallamos en una guerra económica, como dice el gobierno, o en una economía de guerra? Estamos preocupados. Terminamos 2012 con un 20% de inflación sobre un 54.3 % (previsto) para este año. La economía está estancada. Esto significa que hay gente que se queda sin trabajo, hay gente a la que no le alcanza el salario porque su remuneración es apenas para vivir cada día. Les cuesta además conseguir los productos que está buscando y cuando los consigue, ve que no puede pagarlo”, comentó a la prensa. Se trata del peor escenario para terminar un año de por sí muy complicado.
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