El hospital abandonado Santa María de Punilla

El hospital Santa María de Punilla

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tuberculosis

Hospital

Siempre hay un dejo de nostalgia cuando se recorren lugares abandonados, impregnados de soledad, sombras y mutismo; en especial cuando esos sitios estuvieron antaño llenos de vida, personas y actividades cotidianas.

El contraste entre "lo que es" y "lo que fue" impacta, y aquello que conceptualizamos bajo el nombre de "historia" adquiere una dimensión muy particular, aprehensible, concreta. Mucho más tangible que cualquier documento y generadora de fantasías, la mayoría de ellas por demás improbables. Pero en esos casos, no interesan. No importa que los "hechos" hayan sucedido en realidad. La quimera ocupa la escena y cada rincón, cada ventana destruida, cada pasillo o galería silente y sucia, se transforman en el escenario de miles de vivencias particulares, "pequeñas", en las que (con toda seguridad) se mezclan dolor, alegrías, decepciones y proyectos. La vida se recrea intelectualmente con cada paso que se da, y si bien es cierto que los detalles se nos escapan (tal vez para siempre) resulta difícil impedir que "la imaginación histórica" complete los enormes vacíos que han dejado los documentos y la memoria.


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Tuberculosis, progreso y locura

El hospital abandonado Santa María de Punilla

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Hubo una época en que la gente moría con un diagnóstico que producía, entre los vivos, un terror inenarrable. Una psicosis colectiva que recorrió todo el mundo occidental y obligó, a las más preclaras mentes de la segunda mitad del siglo XIX, a buscar una solución, que tardó en llegar.

Ejércitos de médicos se lanzaron en la lucha contra la tuberculosis. Pero carecían de los conocimientos y de las técnicas que hoy poseemos. Aún así, la autoridad y el poder de la medicina (que no dejaba de crecer en un mundo cada vez más secularizado y controlado por "higienistas" impulso la realización de inversiones, muchas veces millonarias, en pos de la cura.

Como resultado de todo ello, y bajo la creencia de que el clima, el sol y el aire puro, eran herramientas terapéuticas eficaces en el combate contra las disfunciones respiratorias, empezaron a levantarse inmensos complejos edilicios en "regiones sanas" del mundo. En nuestro país tuvo su provisoria panacea en la mediterránea provincia de Córdoba; y fue allí en donde surgieron espacios preventivos para los más ricos (grandes hoteles, como el Eden Hotel de La Falda) y gigantescos hospitales para los desafortunados que ya habían sido presa de la "tisis".


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La Estación Climatérica y Hospital Colonia Santa María de Punilla fue uno de los más emblemáticos de nuestro país y de toda América Latina.