Demonios, espíritus malignos, ángeles caídos, bestias infernales...todas son criaturas que simbolizan el reino de los infiernos, el Mal , el Lado Oscuro, etc. Todos sabemos algo de esas criaturas. Las vemos en las películas de terror y en los cuentos del mismo género. Pero, hasta qué punto son simples personajes inventados por los autores del terror?, ¿Dónde nacen estos mitos del Diablo y su corte?.
Como bien se puede inferir, demonología es el estudio de las cualidades y naturaleza de los demonios. Es muy fácil caer en el error de suponer que la demonología es sinónimo de satanismo o adoración al "Demonio". Claro está que hay grupos de personas que con su actitud hacia estos temas dan pie a que se confundan uno con el otro.
demonologia y demonografia:
Tanto la Demonología como la Demonografía suelen ser confundidas entre los estudiosos de temas religiosos o paranormales, lo cierto es que son disciplinas con puntos en común, pero de desigual naturaleza:
- La Demonología es el "estudio científico y razonado de la existencia y naturaleza de los demonios, complemento de la Teología y la Teodicea".
- La Demonografía, en cambio, es una rama de la anterior, y cuyo estudio se basa en la "historia y la descripción de todo lo concerniente a los demonios".
Se habla de la Demonología, entonces, como la herramienta para dilucidar el fenómeno sobrenatural del diablo y los demonios, es la generalización del concepto del Mal (como entidad más que como atributo) y la explicación genérica de los hechos "inexplicables".
La Demonografía, no obstante, aparece desde dentro de la misma Demonología, para describir "los demonios, su organización en el Infierno, los poderes y las atribuciones de cada ser maléfico, la forma en que se los puede traer a este mundo (Evocación), para pedir sus servicios (Pacto), de su intervención en los hechos mágicos (Hechicería), etc.
Demonógrafos hubo muchos, como P. Delancre, P. Leloyer, J. Wier, J. Bodin, F. M. Guazzo entre otros, estudiosos de diversas ramas de la religión, las leyes o las ciencias, que centraron la atención en los fenómenos que acaecían en su época.
El origen y desarrollo de la Demonología tuvo lugar particularmente en la Edad Media (siglos XI al XVI), menguando su estudio e interés con el correr de los años posteriores; los puntos fuertes de investigación fueron:
* La existencia y las características de los demonios;
* La investigación de los fenómenos denominados "diabólicos";
* Las ciencias y las artes inculcadas por el diablo;
* La observación de las distintas culturas a través de sus creencias y su relación con los demonios.
La palabra Demonio proviene del vocablo griego d a i m w u , que significa "genio, deidad". Mientras, el término Diablo, en griego d i a b w l s z , quiere decir "calumniador, adversario, mentiroso". Con este término, los sabios designaban a Satán y a sus legiones, mientras que la palabra "demonio" era aplicada a todas aquellas deidades mensajeras entre los dioses y los hombres (originalmente utilizado en la Grecia Antigua). Estos demonios eran en un principio dioses, pero con el advenimiento del Cristianismo y el concepto de monoteísmo, pasaron a formar parte como antagonistas de Jesucristo, para convertirse, consecuentemente, en una horda de seres arrojados al Infierno. Se conoce, desde entonces, una diferencia entre diablos y demonios: Los primeros son los príncipes y grandes señores, mientras que los otros son plebe.
Mucho se ha especulado con respecto al número total de diablos y/o demonios, en rigor de verdad no se conoce, como tampoco se conoce el número total de ángeles.
Según los cálculos de los primeros rabinos, existen 301.655.172 ángeles, y, por medio de los textos bíblicos se conoce que los diablos son una "tercera parte" de los seres angélicos: como resultado de esto, habría un total de 43.093.596 demonios.
Por otro lado, el demonólogo Wierus (Johannes Wier), uno de los más importantes estudiosos del tema, estableció el número en 666 legiones de 6.666 demonios cada una, comandadas por 66 Príncipes infernales: aproximadamente 293.000.000 de diablos; a esto hay que agregarle las numerosas diablesas. Sin embargo, muchos siguen sosteniendo que estas entidades son incontables.
SATANISMO:
El satanismo consiste en una serie de creencias espirituales y consecuentes rituales religiosos cuya deidad suprema es Satanás, el adversario bíblico del Dios cristiano. Esta oposición al cristianismo hace que los ritos satánicos no sean sino parodias de las celebraciones cristianas y que los valores defendidos sean opuestos a los cristianos. Así, por ejemplo, si el símbolo cristiano por excelencia es la cruz, el satánico consiste en una cruz invertida. Célebres son las palabras de Cristo en las que llamaba a “amar incluso a nuestros enemigos”. Una de las máximas de la secta La Iglesia de Satán es “mata a tus enemigos”. La contraposición no puede ser más obvia .
Al igual que los creyentes cristianos, los satanistas se agrupan en distintas sectas, defendiendo cada una de ellas una serie de principios, pero poseyendo todas como factor común la aversión hacia las enseñanzas cristianas y el desprecio hacia su forma de vida.
Concluimos así que el cristianismo es la causa única de la existencia de estas sectas, si bien de un modo indirecto y, en ninguna manera, eficiente. No debemos confundir el término satanismo con las minorías fanatizadas, donde el concepto de fe desborda los módulos netamente religiosos. En los últimos años se ha dado toda una avalancha de casos de “exorcismos”, “sesiones espiritistas” o “ritos satánicos” que han concluido con la muerte de alguna de las personas involucradas en salvajes prácticas.
Hablamos de satanismo cuando nos referimos a algún tipo de grupo o movimiento que de forma aislada o mas o menos estructurada y organizada practican la adoración o exaltación del conocido por todos nosotros como Satanás, Demonio o simplemente diablo. Algunos Satanistas consideran a Satanás como un ser o fuerza metafísica o como algún tipo de elemento misterioso, innato en el ser humano, que dentro de sus practicas es denominado Lucifer.
JERARQUIA DEMONIACA
Santos y eruditos intentan cuantificar las fuerzas del Infierno. Algunos dicen que hay 133.306.668 diablos; otros que 66 principes están al mando de 6.660.000 diablos. La cuestión es que las mente humana no puede apreciar el alcance de las fuerzas infernales dispuestas contra el mundo. La Jerarquía del Infierno es vista como un reflejo oscuro de la hueste angelical del Cielo, con las siguientes órdenes de Ángeles Caídos dirigiendo a las legiones impías.
PRIMERA JERARQUÍA
Los más poderosos de los ángeles caídos son los Serafines, Están a las órdenes de Belcebú, que tienta a los hombres con el orgullo; Leviatán, que es el líder de los herejes y lleva a los hombres a pecados que repugnan a su fe, y Asmodeo, príncipe del desenfreno, que arde con el deseo de tentar a los hombres con el pecado de la lujuria. Por debajo de los Serafines están los Querubines, encabezados por Balberoth, que agita la sangre para el asesinato y la blasfemia. Después están los Poderes, al mando de Astaroth, que promueve la pereza y la ociosidad; Verine, que provoca la impaciencia que lleva al pecado; Grassil, que quiere ahogar a la humanidad en la inmundicia, y Sonneillon, que tienta a los hombres al odio contra sus enemigos.
Estos Duques y Archiduques del Infierno apenas tienen algún aspecto humano, apareciendo en su lugar como perversas mezclas de criaturas: grandes bestias o dragones, o amenazadoras sombras. Les resulta casi imposible alcanzar la Tierra, y ejercen su influencia mediante sueños y visiones. Los Satanistas se ponen en contacto con ellos en busca de su conocimiento y consejo, pero temen mirar a demonios tan poderosos y por ello lo hacen en la oscurida.
SEGUNDA JERARQUÍA
Estos señores del Infierno son las Dominaciones, encabezadas por Oeillet, que tienta a la gente para que rompa sus votos, y Rosier, Reina de los Súcubos, que abre el camino al placer pecaminoso y el amor impuro. Su obra cuenta con el apoyo de Verrier, Principe de las Soberanías, que susurran palabras de rebelión contra la autoridad e incita a la gente a rechazar a sus señores. El último nivel de esta jerarquía es el de las Potestades, al mando de Carreau, que endurece los corazones de los hombres ante el amor y la fe; y Carnivean, que hace que la gente ame la obscenidad.
La Segunda Jerarquía es muy activa en la Tierra. Sus príncipes son capaces en ocasiones de romper sus cadenas y aparecer entre sus siervos. Suelen asumir formas humanas de gran belleza (en especial Rosier, que aparece como una hermosa mujer o un hombre muy apuesto). Estos señores del Infierno son demasiado orgullosos para enzarzarse en vulgares combates y otros enfrentamientos de poder, y volverán a sus dominios si se les desafia, lanzando grandes maldiciones contra quien haya osado oponérseles.
TERCERA JERARQUÍA
Las Virtudes están gobernadas por Belias, que lleva a la humanidad a la arrogancia y los placeres mundanos, distrayendo a los mortales de la virtud con modas vulgares y enseñando a los niños a ser libertinos y descreidos. Olivier de los Arcángeles, es el señor de la crueldad, y disfruta abusando de los pobres y débiles. Por último, los Ángeles Infernales, al mando de Iuvart, son meros sirvientes y vasallos de los demás señores del Infierno.
La verdadera hueste infernal está compuesta por incontables demonios. Son los seres convocados al mundo por los satanistas, y los más propensos a interesarse por los asuntos de la humanidad. Muchos de ellos se muestran serviles con sus amos del Infierno, pero hay algunos que parecen un tanto independientes. De acuerdos con los eruditos medievales, hay seis tipos de demonios con acceso al mundo.
DEMONIOS ÍGNEOS
Los demonios que viven en esta vasta negrura entre las estrellas y planetas son una raza muy diversa. La mayoría tienen poco interés por la humanidad, prefiriendo dedicarse a sus propias y extrañas intrigas: se dice que los dioses paganos vagan por el vacío recordando sus días de poder, que hay extraños demonios basados en ideas, construcciones matemáticas, manifestaciones de la razón humana y emociones.
Los satanistas tienen poco poder sobre estos seres: sólo es posible invocarlos por medio de la Magia Auténtica. Los astrólogos dicen que unos pocos de estos demonios estelares han demostrado un cierto interés por el creciente estudio de las matemáticas y otras ciencias naturales en las universidades.
DEMONIOS AÉREOS
Estos demonios vuelan en invisibles enjambres por el mundo de los espíritus, buscando entradas al mundo material para tentar o atacar a los humanos. Conspiran con los satanistas para destruir a la humanidad.
DEMONIOS TERRESTRES
Los demonios terrestres son el tipo más peligroso, pues han sido expulsados del mundo de los espíritus y moran en la Tierra, entre la humanidad. Suelen ser confundidos por hadas y hombres lobo, pues acostumbran a cambiar de formar y proyectar ilusiones. Los más débiles poseen cuerpos de animales, creando bestias demoníacas, mientras los más poderosos se hacen pasar por seres humanos y fomentan la corrupción en secreto. Si un demonio terrestre muere, queda verdaderamente muerto, no expulsado.
DEMONIOS ACUÁTICOS
Estos demonios moran en los ríos, los lagos y las profundidades del mar, se divierten ahogando a los humanos, sobre todo niños, para lo que recurren al engaño como a la fuerza. Los demonios acuáticos del océano son monstruos colosales, capaces de aplastar barcos entre sus anillos o tentáculos.
DEMONIOS SUBTERRÁNEOS
Los demonios subterráneos viven en las profundidades de la tierra y en cuervas y cavernas. Atacan a quienes perturban sus dominios (sobretodo mineros y buscadores de tesoros), pero por lo demás solo se les ve si son invocados a la superficie. Son lentos y maliciosos, y tienen el aspecto de híbridos de armadura, carne y piedra.
DEMONIOS VINCULADOS
Los demonios vinculados son el escalafón más bajo entre los poderes infernales. Estos demonios son tan penosos que pueden ser invocados y puestos a trabajar por meros magos humanos. Suelen ser pequeños y desagradables, con frecuencia apareciendo como sapos y otras sabandijas exageradamente grandes, y sirven como familiares (mientras viva el mago) o como guardianes de determinados lugares o tesoros.
JERARQUIA INFERNAL SEGUN LA IGLESIA
ESPIRITUS SUPERIORES
Lucifer, El Emperador. Es el Diablo por excelencia. Se cuenta que hubo un tiempo en el que era un ángel de luz, pero se rebeló contra Dios. Fue derrotado y está a cargo de los infiernos, tratando de tentar a los mortales para apoderarse de sus almas.
Belzeebuth, el Príncipe_ Su nombre, de origen filisteo significa "El Señor de las Moscas". Se supone que este nombre se debe al gran número de moscas que se reunen alrededor de cualquiera de sus imágenes después que éstas han sido bañadas en la sangre de los sacrificios. De acuerdo con los libros medievales, es una criatura gigantesca, con pies de pato, cuerpo de león, ojos marrones y cabello negro muy largo.
Astaroth, Gran Duque Infernal. Controla el tesoro del Averno y comanda 40 legiones. Es un gran amante de la pereza y , según aconsejan los libros antiguos, al aparecerse este demonio se debe mantener distancia, pues sus olores son insoportables
ESPIRITUS PRINCIPALES
LUCIFOGO ROFACALE, Primer ministro infernal. Tiene el poder sobre todas las riquezas y los tesoros del mundo. A sus ordenes militan BAEL, AGARES y MARBAS que, a su vez, dirigen muchos otros millares de demonios y espiritus malignos.
SATANACHIA, Gran general. Tiene el poder de someter a él todas las mujeres y hacer con ellas lo que se le antoja y de enseñar todas las mañas y astucias de los pastores. A sus órdenes están: PRUSLAS, AMON y BARBATIS que dirigen las grandes legiones de espíritus guerreros.
AGALIAREPT, Capitán general. Tiene el poder de descubrir los secretos más recónditos en todas las cortes y todos los gabinetes del mundo y todo tipo de secretos en general. Enseña todas las cualidades ocultas de los metales y virtudes curativas de las plantas. A sus ordenes tiene BUER, GUSOIN y BOTIS, comandantes de las legiones dedicadas al saber y la ciencia.
FLEURETTY, Teniente general. Tiene el poder de hacer la obra que se desea, durante la noche. Hace también caer el granizo donde el quiere. Manda un cuerpo considerable de espiritus y tiene subordinados a BATHIM, PURSANy ABIGAR.
SARGATANAS, Jefe superior. Tiene el poder de hacer invisibles a quien lo adore, de transportarlo a todas partes, de abrirle todas las cerraduras, de hacerlo ver todo cuanto pasa en el interior de las casas. Ordena a muchas brigadas de espiritus y tiene a sus órdenes a VALEFAR, LORAY y FORAN.
NEBIRUS, Mariscal de campo. Tiene el poder de hacer enfermar a quien se desee y posee el arte de predecir el porvenir. Va a todas partes con sus milicias comandadas por AYPEROS, NEBERUS y GLASYABOLAS.
ESPIRITUS SUBORDINADOS
muchos de estos son seres que cayeron en la oscuridad y nunca volvieron...convirtiendose en mounstro con cuerpos deformes y repugnantes. Estos seres olvidaron toda la bondad y ahora no son mas que mounstros que sirven a un solo rey...a Lucifer.
LEGIONES INFERNALES
Se les denomina asi a los ejercitos del infierno que sirven a satanas y los demonios de mayor jerarquia como se describa arriba.
Estan formados principalmente por los demonios (tantos puros como impuros). Hay muchas legiones pero las mas conocidas son:
La legion infernal: es la mas grande y es en la que la mayoria de los demonios se forman como guerreros, en esta sus "soldados" estan constantemente peleando entre ellos o torturando a otros espiritus.
La legion del Mal o la "elite": esta legion es la mas poderosa, solo responden a la voz del mismo satanas. Es la mas mortifera y la que en realidad se conoce como "la legion del apocalipsis" porque como lo describen el dia que esta legion entre en batalla no quedara absolutamente nada.
La guardia infernal: es la legion que proteje a los demonios de mayor jerarquia y a satanas. Mientras mayor se la jerarquia del demonio mayor cantidad de guardias tendra.
LA POSESION:
La posesión demoníaca es el término con que se describe el control interno, intermitente o permanente, por un demonio de las acciones del cuerpo de un ser humano, la libertad sobre su alma permance en la víctima. Sus manifestaciones incluyen aversión a lo sagrado, enfermedades sin causa aparente, manifestaciones sobrenaturales como hablar o entender lenguas desconocidas por el sujeto, cambios vocales y faciales, , hacer patente sucesos distantes y ocultos, fuerza sobrehumana y heridas y cicatrices "espontáneas". El sujeto afectado frecuentemente ha aceptado en forma temeraria, y a veces ignorantemente, la presencia demoníaca en su vida, en forma de rituales de brujería o adivinación, o juegos como la ouija.
Muchas culturas y religiones tienen descripciones diversas de la posesión pero sus detalles varían considerablemente. En el caso de la religión católica, luego de estudiado el caso, habiendo consultado ,en lo posible, a psiquiatras o sicológos , y con la aprobación del obispo local se procede a un "exorcismo solemne" para la expulsión del o las entidades que tomaron el control del individuo.
SINTOMAS DE UNA POSESION
Los síntomas que pueden hacernos sospechar que se trata de una Posesión son similares a los que aparecen en otros fenómenos paranormales. Tanto aquello que produce el sujeto, como cuanto le rodea, puede encontrarse en otros tipos de fenomenología. La diferenciación estaría, para ser sinceros, en las creencias del sujeto o de aquellos que le rodean. Así mismo, no podemos avanzar sin explicar que los síntomas que aparecen, en su mayoría, pueden ser explicados científicamente, al menos los que son propios del sujeto. De hecho y como veremos más adelante, incluso para algunos de los fenómenos más increíbles, también puede encontrar explicación la moderna medicina y la psicología. Podríamos decir que los síntomas deben calificarse como paranormales. Tendríamos primero un cierto grado de Sensitividad. El sujeto se hace más receptivo a la energía Psi. Luego vendría un rechazo a todo cuanto se considera sagrado y un acercamiento a lo mal llamado demoníaco, que puede ser, simplemente, otro tipo de Saber Oculto. En este punto, tengamos en cuenta que nos referimos a síntomas observados por creyentes. De hecho, es muy raro que alguien no-practicante de la religión cristiana observe estos síntomas como algo demoníaco/maléfico. Pero volvamos al observador cristiano. Para éste, comenzaría la preocupación, que se irá tornando en miedo. Más tarde o a la vez, depende, vendrían los fenómenos paranormales en sí, tales como: Xenoglosia o Glosolalia (demoníacas o no), levitaciones, Poltergeist, clarividencia, contorsiones antinaturales... A esto se le pueden añadir otros síntomas no paranormales, pero sí un tanto ilógicos: obscenidades, blasfemias, afán por hacer/hacerse daño, histeria, cambios bruscos de carácter... etc. El observador, con toda esta amalgama de fenómenos, temiendo como teme al Maligno, tendrá la posesión servida. No importa mucho lo que crea o piense el sujeto/víctima. Normalmente, en este estado, no controla sus acciones y tras la crisis, queda agotado. Luego, el cariz o interpretación de lo que ocurre la tienen los que le rodean. Serán estos quienes decidan (y le convenzan) si es enfermedad o posesión, si avisar al médico o al exorcista. Claro está, hoy día casi siempre se avisa al médico. El psiquiatra tratará al presunto poseso y le curará (lo intentará cuando menos). Pero cuando el facultativo no entiende lo que sucede, cuando no encuentra en su ciencia la respuesta, cuando tras someter el caso al análisis de otros colegas y no encontrar entre todos las respuestas, entonces, se preguntará: ¿qué hacer?. ¿Llamamos al exorcista?.
COMO EXPLICAR CIENTIFICAMENTE UNA POSESION DIABOLICA
Los psicólogos y los psiquiatras afirman que el poseso es un enfermo. Lo dicen, porque la estructura de la "neoformación psicológica del delirio demono-patológico" o el cuadro de un estado neuro-patológico de tema demoníaco son los mismos que los obtenidos en otros tipos de análisis corrientes, es decir, conocen el tratamiento. Los grandes ataques que sufren, en los que se revuelcan por los suelos, pueden ser ataques epilépticos y en ellos el sujeto pierde la conciencia. Cuando el poseso pierde su personalidad transformándose en un presunto Ente demoníaco, se trata de una crisis histérica. Grita, se contrae, hace obscenidades, injuria, etc. Este estado es el más sugestionable para cuantos rodean al enfermo y, por tanto, el más susceptible de hacer creer que no se trata de una enfermedad sino de una auténtica posesión. En las neurosis histéricas, el sujeto puede ser actor y espectador del drama. Lo que sucede, la escena, se gesta en el interior oculto de su mente. Se produce una disociación y el sujeto vive, literalmente, dos personalidades. Cuanto hace el presunto poseso, auténtico neurótico, corresponde a una constitución psicosomática definida. Mitomanía y Esquizofrenia son otros estados psicológicos especiales que se observan en los histéricos primero y que explica la famosa sugestión en el segundo. Fenómenos como torsiones musculares antinatural o rigidez férrea son explicados por la ciencia como ataques histéricos. En las primeras, no se producirían, si no que serían el resultado de la sugestión que crea el sujeto/fenómeno a su alrededor y que haría que el espectador las tomara como tales.
COMO EXPLICAR PARAPSICOLOGICAMENTE UNA POSESION
Pese a no tener la autoridad de la disciplina médica, la Parapsicología explica clara y fácilmente, los fenómenos ocurridos en una PD. Ya hemos visto en lecciones anteriores cómo y qué son los Fenómenos Paranormales. Ahora sólo tendremos que aplicar éstos a la presunta posesión. Por Glosolalia o Xenoglosia entendemos que el sujeto hable lenguas desconocidas (demoníacas y/o lenguas muertas en este caso). Con Clarividencia y Precognición, la facultad y síntoma característico de una Posesión, se explicaría que el poseso adivinará secretos o hechos pasados del exorcista. Esto lo haría a fin de derribar las barreras defensivas psicológicas de su contrincante. La energía Psi y más concretamente una descarga de ésta, explica el aparente Poltergeist que sucede alrededor (normalmente en la misma habitación) del poseso. Las marcas tipo quemadura, herida o señal que aparecen en la piel, las encontramos también en los Dermogramas o los Estigmas. Y aquí si hay un dato curioso, ya que los estigmas aparecen en la fenomenología de la "encarnación" o reproducción de señales simbólicas de la pasión de Jesucristo. Otros fenómenos típicamente parapsicológicos de menor importancia que también aparecen serían: Aportes (materialización de objetos), Termogénesis (cambios drásticos de la temperatura, por lo general bajas), Pirogénesis (iniciación de combustión de objetos flamables sin causa lógica), Tiptología y Raps (golpes comunicativos y golpes esporádicos, respectivamente) por lo general en paredes y muebles, etc.
Con todo lo visto hasta ahora, se podría afirmar que las Posesiones Demoníacas no existen como tales. Serían debidas a una enfermedad/alteración mental, o bien, a un fenómeno parapsicológico. Pero en este segundo supuesto, al no poder probarse científicamente, cabría el decir que es tan probable el fenómeno paranormal como la posesión diabólica. En efecto, tal y como decíamos al principio del tema, existe la Posesión para aquellos que creen en ella. Para el resto no sería el Demonio, sino energía Psi, poder mental exterior... Por lo tanto, lo necesario para probar una Posesión Demoníaca sería probar la existencia del Demonio. En el próximo articulo abordaremos y trataremos de explicar, en si lo que son los exorcismos, desde diferentes perspectivas, ya que corresponde al siguiente tema de las posesiones por estar íntimamente relacionados.
Posesiones demoníacas en la historia:
Las referencias más antiguas datan de los sumerios, quienes creían que todas las enfermedades del cuerpo y de la mente eran causadas por "demonios de la enfermedad" llamados gid-dim. El sacerdote que practicaba exorcismos en esas naciones se llamaban ashipu en oposición a los asu (médicos) que aplicaban vendajes.
Muchas tablillas de escritura cuneiforme tenían plegarias a ciertos dioses pidiendo protección contra los demonios, y otras solicitaban a los dioses que expelieran a los demonios que invadían sus cuerpos.
De cualquier manera, no hay descripciones de castigos específicos contra las personas poseídas, como ocurrió después en las sociedades cristianas. Las culturas chamánicas también creían en la posesión demoníaca y los doctores chamanes también efectuaban exorcismos. En estas culturas, los decesos se atribuían a la acción de un demonio sobre el cuerpo del paciente.
Las posesiones demoníacas se convirtieron en una plaga entre los cristianos. Personas supuestamente poseídas fueron exorcizadas y/o legalmente ejecutadas. Muchas personas mentalmente enfermas fueron asesinadas. El Malleus Maleficarum detalla que los exorcismos pueden efectuarse en diferentes casos. Incluso se creía que los animales eran objeto de posesión. Durante la edad media, cientos de gatos, cabras, y otros animales fueron sacrificados debido a la creencia de que encarnaban o estaban poseídos por un demonio.
En La Biblia:
En la Biblia hay múltiples menciones, un ejemplo Biblico sobre esto ocurre en el Nuevo Testamento, un hombre poseído por muchos demonios, que dormía entre los cerdos, estaba encadenado y loco, cuando Cristo les ordenó salir del hombre, los demonios le suplicaron quedarse al menos en los cerdos. Al entrar en la piara de cerdos, al instante fueron corriendo y se arrojaron al río.
exorcismo:
1. NOMBRE Y NOCIÓN
1.1. Inútil es buscarlos fuera del vocabulario y usos cristianos. Los exorcismos designan el medio, el procedimiento empleado para alejar la presencia real o presunta del demonio, a fin de desalojarlo de un lugar, de un objeto, de un cuerpo, sobre todo de un cuerpo humano, que él ocupa, posee —de ahí "posesos"—, infecta u obsesiona.
El término se remite etimológicamente a "exorkismós" , extraño a la grecidad clásica y que por su valor específico y sentido semántico y técnico pertenece, en sí mismo y en sus derivados, al lenguaje eclesiástico. Pero ya "orkós" (juramento, testigo del juramento), "orkízo" (hacer jurar, tomar por testigo un juramento) y "exorkízo" (conjurar, exorcizar) son vocablos que orientan el sentido.
Dos veces emplea este verbo la versión de los LXX, en el sentido de hacer prestar juramento (Génesis, 24, 3) y de abjurar, apelar a la conciencia, al deber (III Reyes, 22, 16), con sus paralelos neotestamentarios San Mateo 26, 63 ("Te abjuro en nombre del Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, Hijo de Dios" y Hechos 19, 13 ("ciertos judíos exorcistas giraban de una parte a otra invocando sobre los endemoniados el nombre del Señor Jesús..." .
1.2. Propiamente hablando, el exorcismo es una abjuración al demonio para obligarlo a evacuar un lugar, a abandonar una situación, a dejar en libertad una persona que tiene, más o menos, en su poder. La abjuración se hace ya bajo la forma de una orden intimada directamente al demonio pero en nombre de Dios o de jesucristo, ya de una invocación o de una súplica dirigida a Dios y a Nuestro Señor Jesucristo para conseguir que ellos den la orden de expulsión o que aseguren su ejecución. Esto exige en el cristiano la creencia en el soberano poder de Dios sobre los demonios; es su aplicación práctica. Por esto el exorcismo constituye un acto insigne de fe y de religión.
1.3. De una manera más general y simplemente como abjuración o conjuro de los demonios y como oración o ceremonia preservativa o defensiva de ellos, ya se encuentra su uso en el judaísmo y en diferentes formas de paganismo moderno y antiguo, mezclado aquí con toda suerte de aberraciones y abusos supersticiosos. Esto no debe extrañarnos, pues aún bajo sus deformaciones manifiesta la creencia y vida religiosa. Y si la malicia, sutilidad curiosa y pereza humanas abusan de un principio, de una costumbre, de una institución, ésto no es razón para que se incrimine o rechace la institución misma, la costumbre o el principio.
2. HISTORIA
2.1. Hemos aludido al ámbito extracristiano. Interesa el ministerio de Nuestro Señor Jesucristo y los Apóstoles. Lugar muy importante tienen los exorcismos durante la vida pública del Salvador, según los refieren los Evangelios (San Marcos, 1, 32 ss., 39; San Mateo, 4, 23 ss.; San Lucas, 7, 21; 8, 2; 13, 22: "He aquí que yo echo a los demonios y curo a los enfermos" y la afir¬mación de San Pedro: "Pasó haciendo el bien y curando a todos los que estaban bajo el poder del diablo" (Hechos, 10, 38).
Siete casos especiales narran los evangelistas sinópticos; pero no se tra¬ta de acumular citas. Cristo se dirige a los demonios en forma imperativa, con magisterio y como Dios. Laconismo absoluto y autoritario, sin réplicas y sin resistencia del demonio; incluso a distancia. Y cuando suplican intro¬ducirse en animales es porque nada pueden sin su permiso. Confiesan su divinidad. Y Cristo refuta la injuria de echar al demonio por su poder: "Si Satán combate a Satán, ¿cómo subsiste su reino? " (San Mateo, 12, 26). El uso de los exorcismos es prueba de su misión divina, incluso si los hacen otros en su nombre. Y al asociarlos a los Apóstoles a su misión divina los asocia a su poder taumatúrgico (San Marcos, 16, 17 ss.), poder comunicado tam¬bién a los setenta y dos discípulos (San Lucas, 10, 17): "Los mismos demonios se nos sometían en vuestro nombre" (San Lucas, 18, 20). Poder que con otros carismas no son un mérito del que los emplea y poder en su eficiencia, ade¬más, condicionado. Exige una fe viva (San Lucas, 9, 37-44; San Marcos, 9, 13-28; San Mateo, 17, 24 ss.) y la expulsión de algunos demonios requieren ayuno y oración (San Mateo, 17, 19 ss.). El exorcismo en nombre de Jesús no es fatalmente eficaz ni mágico o automático (como el uso judío); debe ser acompañado con virtudes y actos morales particularmente antipáticos a los demonios.
2.2. La Iglesia primitiva recoge y aplica las directivas de su Fundador. La realidad eficiente del exorcismo fue utilizada por los apologistas en fa¬vor de la divinidad del cristianismo (Tertuliano, Apol. 23; Minucio Félix, Oct. 27). San Cipriano y Lactancio testimonian el temor de los cristianos en los demonios. San Hilario de Poitiers señala la Imposición de las manos co¬mo parte del rito, en cambio San Martín de Tours usaba el cilicio y la ora¬ción; San Eufrasio los signos de la Cruz y Orígenes afirma que no se nece¬sita sabiduría sino fe. San Atanasio rechaza la retórica que provoca risas en los demonios, pero que no pueden soportar la Sagrada Escritura. Y Grego¬rio de Nisa exige la oración y la imposición de las manos y rechazo de to¬da simonía. Quien más ha hablado de exorcismos es San Cirilo de Jerusa¬lén, exigiendo orden y decencia y aludiendo al óleo exorcizado. "Ad litte¬ram" refiere los exorcismos del milenario rito bautismal.
3. DISCIPLINA Y DOCTRINA DE LA IGLESIA
3.1. Jamás la Iglesia ha abandonado la práctica del exorcismo, aún en su sentido pleno y primitivo, es decir, los ritos destinados a expulsar al demo¬nio de las personas, lugares u objetos cuya presencia e influencia se manifiestan sensiblemente. Podemos remitirnos al Código de Derecho Canónico (cánones 1151-1153; cfr. los comentarios respectivos de la B.A.C., Madrid, 1952, pág. 431 s.) y a la meridiana explicación de Santo Tomás de Aquino en su " Suma Teológica " (IIª IIae, 90, 2).
3.2. Exorcismo de los posesos. Cabe señalar que no debe sobreestimar-se ni subestimarse la naturaleza y eficiencia real del exorcismo; en última instancia, la fe católica nos ancla en Dios con plena seguridad y confianza. De ahí que deban agotarse todas las tentativas naturales para que no se confundan los casos de cercanía y/o posesión diabólicas con cuadros psi-cóticos, orgánicos, etc., aún cuando presenten fenómenos de levitación, preanunciaciones, xenoglosia, etc.; no se descartan, por ende, sintomatolo¬gías coincidentes. Cualquiera sea el caso de posesión, jamás el demonio puede llegar a ejercer domino directo sobre el alma del endemoniado; esto es propiedad exclusiva del Creador. Por otra parte, es doctrina tradicional, ya expresada por San Atanasio y San Hilario, que con la difusión del cris¬tianismo disminuye el caso de posesión, pero recrudece cuando se debilita la influencia de la Iglesia; baste recordar la época renacentista con su auge de prácticas supersticiosas, hasta de idolatría demoníaca, o cuando se pro¬fanan los lugares santos, aún cuando alternan cosas sagradas y profanas. De ahí la circunspección prudentísima de la Iglesia, con sus reglas extrema¬damente precisas, para evitar que cualquier precipitación no torne incon¬venientes y despreciables la naturaleza y finalidad del exorcismo; actitud que reviste una gravedad excepcional en nuestra época confundida y es¬céptica. En relación con los malos espíritus deben salvaguardarse los dere¬chos soberanos de Dios y la dignidad humana, para que ninguna forma de conjuro degenere en práctica supersticiosa y mágica, de procedimientos mecánicos y casi como homenaje al demonio (cfr. Santo Tomás, op. cit.).
3.3. Los exorcismos son sacramentales. Éstos —sabemos— son las co¬sas, en sentido restringido, o acciones de las que suele servirse la Iglesia pa¬ra conseguir por su impetración efectos principalmente espirituales (cfr. canon 1144 del Código de Derecho Canónico). La Iglesia tiene la plena potestad sobre los sacramentales que son de institución eclesiástica, pero vinculados mediatamente al poder santificador de su Fundador, autor de los sacra-mentos. Los hay en un sentido amplio y estricto; a este género pertenecen los exorcismos públicos, tanto solemnes como simples (cfr. los menciona dos comentarios del Código de Derecho Canónico). Por ser sacramental el exorcismo ejerce un influjo no físico sino moral, y en rigor no tiene en cuen¬ta principalmente la santidad del exorcista. Su eficiencia no es incondicio¬nada ni infalible, pero sí independiente de los méritos del ministro, a quien, empero, la Iglesia le exige condiciones especiales, ante todo, la licencia ex¬plícita para cada caso. La eficacia del exorcismo proviene de la victoria de Cristo Redentor sobre el reino diabólico. En efecto, los demonios sienten naturalmente horror hacia los misterios de la fe, por los que se conocen vencidos; de ahí que huyan y se atormenten ante el signo de la Cruz o el nombre de Jesús. La Iglesia con su oración, impetra a Cristo, su Esposo, la fuga de los demonios. Y goza de un poder especial para imperar sobre los demonios (cfr. " Suma Teológica", III ª , 71, 3;118 Ir, 90, 2). En todos los casos, sin embargo, Dios tiene razones para que no se logre dicha fuga; no puede negarse la relación entre las cualidades morales del exorcista y del pacien¬te. De ahí, que la Iglesia insista en la conducta irreprochable del exorcista.
3.4. Exorcismos preparatorios del Bautismo. Son exorcismos públicos simples, para los que no se requiere ninguna delegación especial de la au¬toridad competente. Sin el bautismo, en cuanto tal, no producen un efecto diferente del bautismo mismo, aunque preparan la adquisición c la gracia con la plena remisión de los pecados —efecto formal del bautismo en cuan¬to tal—, en cuanto apartan la influencia externa del demonio y sus esfuer¬zos para oponerse a la salvación del bautizando y obstaculizar la liberación del reato de la culpa y de la pena (cfr. "Suma Teológica”, IIIª, 71, 3).
3.5. Exorcismos sobre cosas inanimadas. Su rito considera las vivien¬das y otros objetos materiales. La Iglesia sabe que los demonios, en tanto que naturalezas inteligentes y superiores, tienen la capacidad natural de obrar en el mundo visible y de servirse de las fuerzas naturales para sus designios perversos. No obstante esta actividad, como todo accionar munda¬no, está siempre subordinada a las reglas y límites impuestos por la Divina Providencia. Además, como consecuencia del pecado original, este poder natural de los espíritus malos tiene una extensión nueva. En consecuencia, lugares y cosas pueden estar sometidos, como las personas, a ciertas in-fluencias diabólicas especiales. Señálese, por ejemplo, un lugar sacro desa¬cralizado. El exorcismo en estas eventualidades no es sino una oración o súplica dirigida a Dios, en nombre de la Iglesia —impetración sacramen¬tal—, para que se digne rechazar o frenar dichas influencias; oración que implica la fe en la omnipotencia divina y la esperanza y confianza filial en su misericordiosa bondad. Así la Iglesia bendice bajo forma de exorcismos, la sal, el agua, el aceite., que a su vez sirven para la bendición y consagra¬ción, sobre todo solemne, de otros objetos o lugares destinados al culto público o privado (templos, altares, ornamentos y vasos sagrados, campanas, etc.). El agua bendita, de uso tan frecuente y popular entre los fieles, es una mezcla de agua y sal exorcizadas, a la que, gracias a las súplicas solemnes de la Iglesia, Dios les ha concedido una virtud de protección especial con¬tra los espíritus infernales.
4. CONCLUSIÓN
Cabe señalar, en primer término, el carácter eminentemente religioso y moral del exorcismo. Tal como ha sido recibido y practicado en la Iglesia Católica, el exorcismo es una consecuencia natural, lógica, de la creencia en las posesiones diabólicas. Su aplicación directa a personas y a cosas, está fundada inmediatamente en la promesa de Cristo (San Marcos, 16, 17) y en su ejemplo y el de los apóstoles y conforme a los principios y usos de toda la tradición cristiana. Pero también constituye un acto de religión en cuyo fondo un análisis atento descubre elementos esenciales de diversos actos virtuosos. Exorcizar, dentro de los límites y según las condiciones señala-das por la Iglesia, es dar testimonio de que se cree en la existencia de los ángeles, en la caída de una parte de ellos y en las consecuencias funestas del pecado; y sobre todo, en la omnipotencia y la misericordia divinas, de las que se espera protección y seguridad eficaces contra la influencia de los malos espíritus. Por cuanto los exorcismos constituyen fórmulas rituales imperativas o conminatorias contra los demonios —reclamos humillantes para ellos—, evitan, así, la apariencia de homenaje idólatra. La invocación de Dios o de Nuestro Señor Jesucristo, cuya eficiencia se espera —aunque condicionada a las diversas aptitudes morales del sujeto o del ministro—, el conjunto ritual, con sus órdenes, amenazas y reproches, no tiene nada de carácter mágico o supersticioso; por tanto, sin la mínima analogía con otras prácticas en diversos pueblos antiguos y modernos. No nos extrañen los abusos de algunas épocas; son cuestiones históricas. Pero "abusus non tollit usum". Se ha querido mostrar y esclarecer el principio y la naturaleza del exorcismo, comprobar su legitimidad y las sabias prescripciones que a este respecto tiene reglamentada la Iglesia. Reconocemos la actualización del tema, brindado en estos días por la prensa, a cuyo propósito, objetivamen¬te, no nos corresponde opinar. Queremos subrayar que fuera del ámbito religioso este tema no tiene sentido, pero dejamos como punto final estos dos interrogantes: ¿Por qué tanto interés por este tema? Hacen pensar en las oleadas pendulares de la eterna problemática religiosa y la audacia de esta época fagocitadora, en cuanto extraña al espíritu de Cristo, de todo lo sagrado. En segundo lugar, ¿a qué se debe esta especie de dicotomía o dia¬léctica entre un proceso aceleradamente tecnológico, característico de nues¬tra época, y la "presencia" —sit venia verbi— demoníaca?
LOS PECADOS CAPITALES:
Los "Siete Pecados Capitales", son una clasificación de los vicios mencionados en las primeras enseñanzas Cristianas católicas para educar e instruir a los seguidores sobre moralidad. La Iglesia católica romana divide los pecados en dos categorías principales: los "veniales", aquellos que son relativamente menores y pueden ser perdonados a través de cualquier sacramento de la Iglesia; y los "mortales", los cuales, al ser cometidos, destruyen la vida de gracia y crean la amenaza de condenación eterna a menos que sean absueltos mediante el sacramento de la confesión, o siendo perdonados después de una perfecta contrición por parte del penitente. Comenzando a principios del siglo XIV, la popularidad de los Siete Pecados Capitales como tema entre los artistas europeos de la época eventualmente ayudó a integrarlos en muchas áreas de la cultura y conciencia Cristiana a través del mundo.
Lujuria
La lujuria (en latín, luxuria) es usualmente considerada como el pecado producido por los pensamientos excesivos de naturaleza sexual. Según otro autor la lujuria son los pensamientos posesivos sobre otra persona. Debido a su intrínseca relación con la naturaleza sexual, la lujuria en su máximo grado puede llevar a compulsiones sexuales o sociológicas y/o transgresiones, incluyendo la adicción al sexo , el adulterio y la violación.
El concepto que Dante tenía de la lujuria era el «amor hacia otras personas», lo que pondría a Dios en segundo lugar.
Gula
actualmente la gula (en latín, gula) se identifica con la glotonería, el consumo excesivo de comida y bebida, en cambio en el pasado cualquier forma de exceso podía caer bajo la definición de este pecado. Marcado por el consumo excesivo de manera irracional o innecesaria, la gula también incluye ciertas formas de comportamiento destructivo. De esta manera el abuso de substancias o las borracheras pueden ser vistos como ejemplos de gula. En la Divina Comedia de Alighieri, los penitentes en el Purgatorio eran obligados a pararse entre dos árboles, incapaces de alcanzar y comer las frutas que colgaban de las ramas de estos y por consecuencia se les describía como personas hambrientas
Avaricia
La avaricia (en latín, avaritia) es —como la lujuria y la gula—, un pecado de exceso. Sin embargo, la avaricia (vista por la Iglesia) aplica sólo a la adquisición de riquezas en particular. Tomás de Aquino escribió que la avaricia es «un pecado contra Dios, al igual que todos los pecados mortales, en lo que el hombre condena las cosas eternas por las cosas temporales». En el Purgatorio de Dante, los penitentes eran obligados a arrodillarse en una piedra y recitar los ejemplos de avaricia y sus virtudes opuestas. «Avaricia» es un término que describe muchos otros ejemplos de pecados. Estos incluyen deslealtad, traición deliberada, especialmente para el beneficio personal, como en el caso de dejarse sobornar. Búsqueda y acumulación de objetos, robo y asalto, especialmente con violencia, los engaños o la manipulación de la autoridad son todas acciones que pueden ser inspirados por la avaricia. Tales actos pueden incluir la simonía.
Pereza
La pereza (en latín, acidia) es el más «metafísico» de los pecados capitales, en cuanto está referido a la incapacidad de aceptar y hacerse cargo de la existencia en cuanto tal. Es también el que más problemas causa en su denominación. La simple «pereza», más aún el «ocio», no parecen constituir una falta. Hemos preferido, por esto, el concepto de «acidia» o «acedía». Tomado en sentido propio es una «tristeza de ánimo» que aparta al creyente de las obligaciones espirituales o divinas, a causa de los obstáculos y dificultades que en ellas se encuentran. Bajo el nombre de cosas espirituales y divinas se entiende todo lo que Dios nos prescribe para la consecución de la eterna salud (la salvación), como la práctica de las virtudes cristianas, la observación de los preceptos divinos, de los deberes de cada uno, los ejercicios de piedad y de religión. Concebir pues tristeza por tales cosas, abrigar voluntariamente, en el corazón, desgano, aversión y disgusto por ellas, es pecado capital. Tomada en sentido estricto es pecado mortal en cuanto se opone directamente a la caridad que nos debemos a nosotros mismos y al amor que debemos a Dios. De esta manera, si deliberadamente y con pleno consentimiento de la voluntad, nos entristecemos o sentimos desgano de las cosas a las que estamos obligados; por ejemplo, al perdón de las injurias, a la privación de los placeres carnales, entre otras; la acidia es pecado grave porque se opone directamente a la caridad de Dios y de nosotros mismos. Considerada en orden a los efectos que produce, si la acidia es tal que hace olvidar el bien necesario e indispensable a la salud eterna, descuidar notablemente las obligaciones y deberes o si llega a hacernos desear que no haya otra vida para vivir entregados impunemente a las pasiones, es sin duda pecado mortal.
Ira
La ira (en latín, ira) puede ser descrita como un sentimiento no ordenado, ni controlado, de odio y enojo. Estos sentimientos se pueden manifestar como una negación vehemente de la verdad, tanto hacia los demás y hacía uno mismo, impaciencia con los procedimientos de la ley y el deseo de venganza fuera del trabajo del sistema judicial (llevando a hacer justicia por sus propias manos), fanatismo en creencias políticas y generalmente deseando hacer mal a otros. Una definición moderna también incluiría odio e intolerancia hacia otros por razones como raza o religión, llevando a la discriminación. Las transgresiones derivadas de la ira están entre las más serias, incluyendo homicidio, asalto, discriminación y en casos extremos, genocidio.
La ira es el único pecado que no necesariamente se relaciona con el egoísmo y el interés personal (aunque uno puede tener ira por egoísmo, por ejemplo, por celos). Dante describe a la ira como «amor por la justicia pervertido a venganza y resentimiento».
Envidia
Como la avaricia, la envidia (en latín, invidia) se caracteriza por un deseo insaciable, sin embargo, difieren por dos grandes razones: Primero, la avaricia está más asociada con bienes materiales, mientras que la envidia puede ser más general; segundo, aquellos que cometen el pecado de la envidia desean algo que alguien más tiene, y que perciben que a ellos les hace falta, y a consiguiente desear el mal al prójimo, y sentirse bien con el mal ajeno.
Soberbia :
En casi todas las listas de pecados, la soberbia (en latín, superbia) es considerado el original y más serio de los pecados capitales, y de hecho, es también la principal fuente de la que derivan los otros. Es identificado como un deseo por ser más importante o atractivo que los demás, fallando en halagar a los otros.
Según la Biblia, este pecado es cometido por Lucifer al querer ser igual que Dios.
Genéricamente se define como la sobrevaloración del Yo respecto de otros por superar, alcanzar o superponerse a un obstáculo, situación o bien en alcanzar un estatus elevado y subvalorizar al contexto. También se puede definir la soberbia como la creencia de que todo lo que uno hace o dice es superior, y que se es capaz de superar todo lo que digan o hagan los demás. También se puede tomar la soberbia en cosas vanas y vacías (vanidad) y en la opinión de uno mismo exaltada a un nivel crítico y desmesurado (prepotencia).
Soberbia (del latín superbia) y orgullo (del francés orgueil), son propiamente sinónimos aun cuando coloquialmente se les atribuye connotaciones particulares cuyos matices las diferencian. Otros sinónimos son: altivez, arrogancia, vanidad, etc. Como antónimos tenemos: humildad, modestia, sencillez, etc. El principal matiz que las distingue está en que el orgullo es disimulable, e incluso apreciado, cuando surge de causas nobles o virtudes, mientras que a la soberbia se la concreta con el deseo de ser preferido a otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad, del Yo o ego. Por ejemplo, una persona Soberbia jamás se "rebajaría" a pedir perdón, o ayuda, etc.
Relación de cada pecado con un demonio particular :
En 1589, Peter Binsfeld, basándose libremente en fuentes anteriores, asoció cada pecado con un demonio que tentaba a la gente por medios asociados al pecado. Su clasificación de los demonios es la siguiente:
* lujuria: Asmodeo
* gula: Beelzebú
* avaricia: Mammon
* pereza: Belfegor
* ira: Amón
* envidia: Leviatán
* soberbia: Lucifer
Según Binsfeld, también existían otros demonios que incitaban a pecar, como los íncubos (fantasmas masculinos que tenían relaciones sexuales con mujeres durmientes) y los súcubos (fantasmas femeninos que tenían relaciones sexuales con varones durmientes), que incitaban a la lujuria.
Actualización de los pecados capitales :
El 10 de marzo de 2008, el regente del Tribunal de la Penitenciaría Apostólica del Vaticano, cardenal Gianfranco Girotti, presentó la siguiente lista, que ha sido divulgada ampliamente por los medios de comunicación, con la denominación de pecado social o nuevos pecados capitales:[6]
* No realizarás manipulaciones genéticas.
* No llevarás a cabo experimentos sobre seres humanos, incluidos embriones.
* No contaminarás el medio ambiente.
* No provocarás injusticia social.
* No causarás pobreza.
* No te enriquecerás hasta límites obscenos a expensas del bien común.
* No consumirás drogas.
La lujuria, la gula, la avaricia, la pereza, la ira, la envidia y la soberbia, los tradicionales siete pecados capitales enumerados por el papa Gregorio I hace 1500 años y recogidos después por Dante Alighieri en La Divina Comedia, se habían quedado obsoletos para el mundo globalizado de hoy.
Así que el Vaticano ha decidido modernizar la lista exhibiendo una atención especial hacia los llamados «pecados sociales», aquellos cuya comisión va en contra de la justicia en las relaciones entre persona y persona, entre la persona y la comunidad, y entre la comunidad y la persona.
El resultado son siete nuevos pecados capitales, que condenan como ofensas a Dios acciones tales como enriquecerse a costa de los demás o algunas investigaciones científicas con implicaciones bioéticas.
SUBCUBOS Y INCUBOS
Súcubo viene del latín "succubus" (succuba="prostituta" succubare="yacer debajo" mientras que Íncubo procede también del latín "incubare" ("yacer encima" .
Los íncubos y súcubos son espíritus demoniacos de carácter sexual, pertenecientes al imaginario popular y cuya creencia se generalizó durante la Edad Media, que mantendrían relaciones sexuales con los durmientes.
Según otras versiones los íncubos y súcubos son el mismo demonio transformado en hermosa mujer (súcubo), apariencia bajo la cual copula con un hombre y le arrebata el semen y luego se transforma en un varón (íncubo), dejando con esta forma preñada a una mujer (ya que según algunas creencias el demonio o los demonios no eran capaces de reproducirse naturalmente).
Los niños nacidos de esta unión serían más susceptibles a las tentaciones del demonio, deformes o contarían con habilidades mágicas (según una de las muchas leyendas acerca del nacimiento del mago Merlín, éste habría nacido de la unión de un íncubo y una novicia).
El tener hijos con retraso mental o alguna deformidad era señal de que uno o ambos padres eran demonios.
El tiempo que transcurriría entre que el súcubo copula con un hombre, roba su esperma y luego se transforma en íncubo para preñar a una mujer "explicaría" porqué el esperma del diablo es helado, según los más importantes tratados de demonología de la época.
Realmente, la figura de súcubos e íncubos se originó como explicación a las poluciones nocturnas y a la "parálisis del sueño".
En el campo médico psicológico se define "íncubo" como un sueño de contenido angustioso cuyas características principales son sensación de terror, angustia y asfixia; se tiene la sensación de estar completamente paralizado, acompañada de palpitaciones y sudor frío... pudiendo producirse poluciones involuntarias.
Este trastorno del sueño se asociaba en la antigüedad a la acción de seres demoniacos.
La apariencia de íncubos y súcubos varía, en general, tanto como la de los demonios. Suele representarse a los súcubos como mujeres seductoras. A menudo íncubos y súcubos son descritos con rasgos demoníacos, como cuernos, colmillos, alas o cola de punta triangular.
A partir del siglo XVI, la figura de un súcubo fuera de una posada indicaba que esta también funcionaba como burdel.
Según algunas versiones los súcubos femeninos no solo "roban" el semen de sus víctimas, sino que también absorben su energía, de hecho, según algunas leyendas una vez el súcubo ha elegido una víctima la visita todas las noches, absorbiendo su fuerza vital. De este modo, según los tratados de demonología podría adivirnarse que un súcubo visita a su víctima por las noches por el agotamiento físico que el hombre sufriría durante el día, pudiendo la influencia del "demonio" conducirlo incluso a la muerte.
También se consideraba que los íncubos y súcubos elegían sus víctimas preferentemente entre los miembros del clero (Paracelso consideraba los conventos de monjas verdaderos "nidos" de íncubos).
Los súcubos más conocidos (por los ya mencionados tratados demonológicos de la época, entre los que destaca el "Malleus Maleficarum" o "Martillo de las Brujas" serían Lilitu (Lilith) , Abrahel, Baltazo, Bietka, Filotano, Florina Vasordie y Mancierinio.
Lilith o Lilitu es la más conocida de todos los demonios-súcubos y a menudo fue considerada "reina" de estos ; realmente tiene su origen en un espíritu del viento perteneciente a la mitología mesopotámica, siendo acentuado por la mitología cristiana su carácter demoniaco (aspecto que ya poseía), y convirtiéndola la primera mujer de Adán, que habría renunciado a Dios al no someterse a su "marido" y se habría transformado en demonio femenino.
Se decía también que Lilith o Lilitu gustaba de seducir a los artistas para que la utilizasen como modelo en sus creaciones, especialmente en obras de motivos religiosos.
EL CODEX GIGAS
El Codex Gigas (en latín significa "libro grande" , también conocido como Código Gigas, Código del Diablo o Código de Satanás, es un antiguo manuscrito medieval en pergamino creado a principios del siglo XIII y escrito en latín por el monje Herman el Recluso del monasterio de Podlažice (en Chrudim, centro de la actual República Checa), destruido durante las guerras de religión en el siglo XV, considerado como el más grande en existencia. Fue considerado en su época como la "octava maravilla del mundo" debido a su impresionante tamaño (92 x 50,5 x 22 cm), su grosor de 624 páginas y su peso de 75 kg. Está iluminado con tintas roja, azul, amarilla, verde y pan de oro, tanto en mayúsculas capitales como en otras páginas, en las que la miniatura puede ocupar la página completa. Se encuentra en un excelente estado de conservación y la unidad estilística con la que fue creado.
El Codex contiene la biblia, antiguas historias, curas medicinales, encantamientos mágicos, dos trabajos del historiador judío José Flavio que viviera en Roma en el primer siglo de nuestra era, los famosos "Orígenes" del arzobispo San Isidoro de Sevilla del siglo VII y tratados sobre el cuerpo humano del médigo griego Galeno. Contiene una combinación de textos que no existen en otro lugar, calificado por Christopher de Hamel, profesor de la Universidad de Cambridge como "un objeto de lo más peculiar, extraño, fascinante, raro e inexplicable". La biblia es de un precio incalculable, ha sido robado gran cantidad de veces y fue guardada en secreto por un emperador del Sacro Imperio Germano. A través de su historia, el Codex ha inspirado temor y la obsesión de poseerlo. Se cree que posee un poder sobrenatural inimaginable y que, no obstante, que el extraño manuscrito es obra de un monje escribano que vendiera su alma al diablo.
Cuenta la leyenda que en un monasterio ubicado en Podlazice, en la República Checa, un monje copista condenado a morir emparedado por haber cometido un grave pecado decide redimirse ante sus compañeros escribiendo todo el texto de la Biblia en una sola noche. Dicen, que para lograr tal descomunal obra, pidió la ayuda nada más que del propio demonio.
Cuenta la leyenda que en un monasterio ubicado en Podlazice, en la República Checa, un monje copista condenado a morir emparedado por haber cometido un grave pecado decide redimirse ante sus compañeros escribiendo todo el texto de la Biblia en una sola noche. Dicen, que para lograr tal descomunal obra, pidió la ayuda nada más que del propio demonio.
DEMONIZACION:
La demonización o satanización es la técnica retórica e ideológica de desinformación o alteración de hechos y descripciones, (próxima a la inversa sacralización, o al victimismo), que consistente en presentar a entidades políticas, étnicas, culturales o religiosas, etc, como fundamentalmente malas y nocivas; como forma de justificar un trato político, militar o social diferenciado, o también para atribuir de incorrecto lo que esta en contra de lo que se cree o apoya.
descripcion:
Generalmente se recurre a sentimientos para manipular a quienes se convencen más con éstos que con razones. En la demonización, la influencia pública de un individuo o sector con un grado elevado de visibilidad —como el gobierno o los medios de comunicación de masas— se pone en juego para estimular una reacción de descrédito que elimine las restricciones morales o legales para actuar en detrimento del grupo demonizado. La demonización del otro transforma al demonizador en alguien tan indiscutible e indiscutido como Dios.
En los casos más extremos se presenta a los miembros del grupo segregado como infrahumanos o inhumanos, como los judíos o los gitanos en la Alemania nazi; sin embargo, más frecuente es la simple presunción de culpabilidad, que lleva en la práctica a la restricción de los derechos civiles del grupo aún sin un refrendo administrativo. La situación de los nativos de Oriente Medio en los Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando fueron sujetos a controles policiales según su perfil étnico, es un ejemplo típico de este segundo caso. Otras circunstancias de este tipo han sido las distintas guerras contra el indio en toda América, la retórica anticomunista de los años 50 y 60, o la persistente segregación de los norafricanos en los países de la cuenca mediterránea.
El procedimiento es muy antiguo y han recurrido a él frecuentemente historiadores poco imparciales asociados al poder, tengan la ideología que tengan. Véase por ejemplo lo que escribe el cronista real Pero Mexía sobre el levantamiento comunero contra Carlos V:
Dos años y medio había, y aun no cabales, que el Emperador había venido a estos reinos y gobernándolos por su persona y presencia, y los tenía en mucha tranquilidad, paz e justicia, cuando el demonio, sembrador de cizañas, comenzó a alterar los pensamientos y las voluntades de algunos pueblos y gentes; de tal manera que se levantaron después tempestades , alborotos y sediciones...
Mexía, que poco después machaca «como digo, todo esto fue obra del demonio» arrebata, demonizando a los comuneros, las causas, más lógicas que infernales, que tenían para alzarse. Se presta especialmente a la demonización el tema del patriotismo en boca de “salvapatrias”, a causa del pathos retórico que impregna determinados temas, y que emana de lo que Léon Poliakov estudió como expresión colectiva de una necesidad paranoica de grandificar o magnificar al padre para divinizar al hijo.
La demonización en estos casos, es una de las formas en que se expresan y propagan las convicciones racistas de una sociedad, las circunstancias producidas por la globalización de finales del siglo XX, con tasas relativamente elevadas de migración internacional unidas a una situación de relativo estancamiento económico y de degradación y miseria educativa, han influido en una intensificación de las formas de demonización. Sectores críticos han destacado que, tras los argumentos nominalmente éticos o culturales que conforman la argumentación estereotipada de la demonización, se esconden probablemente interes
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