Arsenio Pastor Erico Martínez, el más grande futbolista que produjo el Paraguay, hubiese cumplido hoy 100 años. Nació en Asunción el 30 de marzo de 1915 y debutó en la primera de Nacional a los 15 años.

La leyenda cumple 100 años


Entre 1934 y 1946, Erico realizó en la Argentina una fantástica carrera en filas de Independiente de Avellaneda, marcando 295 goles, siendo hasta la fecha el máximo goleador del fútbol argentino. Igualmente los 47 goles que Erico anotó en 1937 constituyen aún meta inalcanzable en el balompié del vecino país.


Sus inicios. Los abuelos paternos de Arsenio fueron italianos. Debutó en la primera de Nacional en 1930, a los 15 años. En aquel equipo de Nacional, además de sus hermanos Armando y Adolfo, también jugaba su primo Rafael Erico. En 1932 estalló la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia y como Erico aún no tenía edad para ser enrolado al ejército paraguayo que fue a pelear al Chaco Boreal integró el equipo de la Cruz Roja, en una gira por la región con la finalidad de recaudar fondos para sostener al ejército compatriota.


Muy pronto deslumbrados por la magia del paraguayo, directivos de Independiente y River Plate pujaron por contratarlo. Finalmente ganó la pulseada el equipo de Avellaneda y en 1934, a los 19 años, Erico empezó su brillante carrera en la Argentina. Debutó para los Rojos de Independiente el 6 de mayo de 1934 contra Boca Juniors sin hacerse sentir en el marcador y en la siguiente fecha contra Chacarita Juniors logró los dos primeros de los 295 goles que cosechó a lo largo de 12 fructíferos años de gloria en el conjunto de Avellaneda.


Hombre récord. Erico, sigue siendo el mayor goleador del fútbol argentino, un récord que no se ha podido superar hasta la fecha. Además de los inalcanzables 295 goles, los 47 que marcó en el año 1937 igualmente nunca fueron ni siquiera alcanzados.


Premio. En 1938, la tabacalera Piccardo, “Cigarrillos 43”, decidió premiar al jugador que convirtiera en aquella temporada 43 goles. Faltando una fecha para la conclusión del campeonato, Erico ya tenía 41 goles y a su equipo, el Independiente, le tocaba enfrentarse a Lanús. A los cinco minutos del partido, “El Saltarín Rojo” ya había marcado dos goles, llegando así a los 43 y dedicándose luego a servir jugadas para sus compañeros, con el objetivo de ganar el premio estipulado. Aquella tarde, Independiente se impuso a Lanús por 7 a 1, consagrándose campeón del fútbol argentino. La empresa de la mencionada marca de cigarrillos entregó a Erico una medalla de oro y 2.000 pesos de premio, que Erico compartió con sus compañeros de equipo.


Ética. Los directivos de la tabacalera propusieron a Erico lanzar un nuevo producto con su nombre y su foto en cada cajetilla del cigarrillo y abonarle un porcentaje de la venta. Erico agradeció la oferta, pero rechazó argumentando que él creía que el consumo del tabaco no era asociable con el deporte.


Rechazó nacionalización. Antes del Mundial de Francia 1938, Argentina tuvo la intención de armar un equipo fuerte en pos de lograr la Copa y para ello intentó convencer a Erico que adquiriera la nacionalización ofreciendo 200.000 pesos, una fortuna para la época. Sin embargo, la estrella paraguaya rechazó el ofrecimiento simplemente porque “era paraguayo”.


Campeón con Nacional. En 1942, Erico tuvo discusiones con los nuevos dirigentes de Independiente y volvió al Paraguay. Ahí saldó una vieja deuda personal y familiar: sacar campeón a su amada Academia.


El domingo 21 de junio y en medio de una tremenda expectativa, Erico reapareció en el equipo nacionalófilo, en un partido de la novena fecha de la 1ª rueda, jugado ante Libertad, en Para Uno. Ganó Nacional por 2-1 y el más grande tuvo oportunidad de integrar el primer equipo en ese campeonato, en 10 oportunidades. En la última fecha (la 9ª de la segunda rueda) marcó dos goles ante Libertad, quedando Nacional igualado con Cerro Porteño, en la primera ubicación con 26 puntos. La entonces Liga Paraguaya programó dos partidos finales entre nacionalófilos y azulgranas para dilucidar al campeón de la temporada de 1942. Sin embargo, tras el primer partido definitorio, ganado por Nacional, por 3-0, Cerro se retiró argumentando actuación antirreglamentaria de Erico. Finalmente las autoridades de la Liga refrendaron el título conquistado por los albos.


Despedida. Al año siguiente Erico volvió a la Argentina y al término de la temporada de 1946, marcó su último gol con Independiente frente al arquero Barrionuevo de Huracán, despidiéndose del público que lo aclamó hasta el cansancio, culminando así un ciclo maravilloso de su carrera como jugador. Un año después de su despedida, seducido por la nostalgia de pisar cancha los domingos, firma un contrato con Huracán. En el “Globo” apenas pudo jugar siete partidos oficiales y algunos amistosos.


De regreso. En 1949 (a Nacional) y 1957 (a Sol de América) Erico volvió al país para ejercer la dirección técnica, logrando en ambos casos subcampeonatos. No volvió a dirigir luego.


Homenaje. El jueves 22 de octubre de 1970, la Liga Paraguaya de Fútbol le brindó a Erico un merecido homenaje, con la disputa de un partido amistoso entre las selecciones de Argentina y Paraguay (1-1), ante un estadio Defensores del Chaco que se presentaba al tope de su capacidad. En la ocasión, le fue otorgado un trofeo de reconocimiento dando luego una vuelta completa al campo de juego en medio de aplausos y vítores de todos los ocupantes de las gradas del estadio.


Rumbo a la eternidad. En 1977 la pierna izquierda de Erico tuvo complicaciones sanguíneas debiéndose ser amputada. Parecía que se restablecía su salud, pero tuvo un paro cardíaco fatal el 23 de julio de 1977, partiendo rumbo a la inmortalidad.


Justicia. Con justicia el estadio de Nacional lleva su nombre, al igual que una tribuna del Defensores del Chaco, como asimismo la platea más importante del estadio de Independiente, denominado “Libertadores de América”.


Los motes. A lo largo de su carrera le llovieron apodos laudatorios como El Saltarín Rojo, El Hombre de Goma, El Paraguayo de Oro, El Hombre de Mimbre, El Mago, El Aviador, El Duende Rojo, El Diablo Saltarín, El Rey del Gol, Mister Gol, El Hombre de Plástico, El Virtuoso, El Semidiós, y otros. La prensa argentina de aquella época lo mimó como a ningún otro deportista.